CAPITULO III

De su movimiento

Muestra el nacer y ponerse del Sol,1 evidentemente, que esta esphérica máchina da, en espacio de 24 horas, una buelta a la redonda, con movimiento continuado, que jamás cesa, e increíble velocidad. Si es immenso2 y, por tanto, exceda el sentido del oír el sonido deste tan grande cuerpo que nunca dexa de rodearse, no podría determinarlo fácilmente, ansí como no se podría, sin dificultad, averiguar el reteñir3 de los planetas que se rodean y rebuelven sus orbesa o, si por bentura, con armonía dulce y de increíble suavidad, da bueltas de noche y de día a la redonda de nosotros que dentro de él vivimos, el cielo, sin que lo sintamos. Una cosa consta por razones eficaces que afirmaron autores muy esclarescidos, y es que tiene innumerables figuras4 de animales y de todas las otras cosas, esculpidas, y que no es (como se nota en los huevos de las aves) cuerpo deleznable y continuadamente liso. Porque cayendo5 de allí las simientes de todas las cosas, se engendran innumerables formas, principalmente en el mar, donde a causa de mezclarse salen muchas vezes monstruosas y [el cielo] muéstrase, ansimismo, a la vista, con formas, en un cabo, de carro, en otro de oso, en otro de toro y, en otro, de [una] letra,6 siendo más blanco que el resto del cielo el Círculo Lácteo que pasa por encima de nuestras cabezas.

a. Por órbitas.


EL INTERPRETE

1(El nacer y ponerse del Sol). Apunta en esta parte dos razones de Ptolomeo con que pretende provocar moverse el cielo a la redonda, porque lo primero, las estrellas se levantan hasta en medio del cielo, y después decienden hasta la superficie del horizonte y desaparecen, y tornan a nacer, y repiten el mismo viaje, mostrándosenos, doquiera que estén, de una misma grandeza. Lo segundo, las estrellas que están a par del Polo se mueven en círculo y, tanto mayor, cuanto más distan de él, do se sigue que todo el cielo se mueva sobre sus exes, circularmente. 2(Si sea immenso). Dubda Plinio, como antes lo havían hecho los pitagóricos introduziendo esta música no sólo en los cielos, pero también en otras muchas cosas, si este sonido es tan grande que por su immensidad no le pueda percibir el oído, o si por la costumbre que tenemos de le oír, no podemos percibirle. Y leo esta letra ansí: An dulci quidem et incredibili suavitate concentus, nobis qui intus agimus tacitus labitur mundus, por las cuales palabras da bien a entender, nuestro autor, haver creído que Pithágoras y Platón y otros que desta música se acordaron, tuvieron por cierto serlo real y verdadero; puesto caso que por las razones que ha dicho no sea oída de los hombres. Otros creen que no cabría en varones tan excelentes afirmar que haya sonido donde no hay herirse cuerpos en el aire, aunque por esta semejanza acomodasen las cosas del cielo a esta arte suavísima, la cual dezían tener grande parentesco con él, viendo que correspondía el número de los planetas al de las cuerdas en el heptacordo y que se hazían las vozes con cierta proporción y, ansimismo, los movimientos del cielo y otras cosas de que, más adelante, en este mismo libro, tractaremos, dexándolo al presente, como también el examen y fuerza de las razones con que escusa a los que atribuyen esta harmonía al cielo sin que se oiga de alguno. 3(El reteñir). Clara quedará de lo ya dicho la dubda de lo que Plinio nos quiere dar a entender. Mas agradole que también sepamos que llevan los planetas sus vozes en aquesta música, de la manera que los autores y secuaces deste parecer lo tienen ya declarado, y entiéndase que aunque este sonido sea grande en comparación del cielo, es de cualidad que le cuadra bien la palabra con que Plinio le nombra. 4(Que tiene innumerables figuras). Leo esse ei innumeras effigies animalium rerumquae cunctarum impressas nec (ut involucrum notamus ovis) levitate continua lubricum corpus, quod clarissimi autores dixere, rerum argumentis judicatur. Ni dello se siguirá, en la vía de Plinio, que los cielos se penetren o que haya algo vazío, pues él pone los siete planetas sin cielo u orbe alguno en la ethra o aire puro, donde dize hazer sus cursos. Otros leen: Esse mundo innumeras effigies animalium et rerum cunctarum impressas, ut involucrum notamus ovis, et esse ei corpus lubricum continua levitate, quod clarissimi autores dixere tenerum, argumentis judicatur, de do nació creer que Plinio afirmase que todo el cielo sea deleznable y tierno, no sólido. 5(Cayendo). Si entiende que cae, apartada del cielo, alguna substancia, claro error es, y si quiere que de allí procedan, como de causa general que las produce, no se deve creer que haya tantas formas cuantas han nacido y nacerán en este mundo inferior, sino que, como de las letras se compone tanto número de dicciones por las diversas maneras de mezclarse, ansí, de la mixtura de las figuras celestiales, que no son en tanto número, se causan todas las formas de las cosas y aun a las figuras del cielo se les pusieron acaso nombres, y ansí pasaron los griegos al cielo como muy diligentes y curiosos [por] las más de sus cosas e historias domésticas. 6(Las letras). Esto dize por la imagen desta forma Δ, llamada de los griegos deltotonb, de quien se acordó, entre otros, Manilio diziendo: Divisus espacio quod terris lampade dispar conspicitur paribus deltoton nomine dicunt.

b. Hecho en forma de delta.

TOMO IV. HISTORIA NATURAL DE CAYO PLINIO SEGUNDO 1