CAYO PLINIO CECILIO A SU MARCO.ª SALUD.



Muy grande contentamiento recibo en ver que lees los libros de mi tío muchas vezes y, con tanta diligencia, que deseas tenerlos todos y procuras saber de mí cuáles son.

Servirte he de tabla, y aun te avisaré por qué orden fueron escriptos, pues no será esto menos agradable a los estudiosos.

Un [libro] hizo Del modo que deven tener los de [a] cavallo en el arrojar de las armas contra los enemigos, con no menor ingenio que cuidado, cuando siendo general de parte de la cavallería, exercitava la guerra.

Dos De la vida de Quinto Pomponio Segundo, a cuya memoria, por haver sido únicamente de él amado, consagró estos libros como don que se devía al amigo.

Veinte De la guerra de Alemania, en que recogió todas las que tuvimos con esta nación. Comenzolos hallándose amonestado por un entresueño porque se le aparesció, estando durmiendo, la semejanza de Druso Nerón,b que murió después de haver conseguido allí grandes victorias, encargóle su fama y rogó le librase de las injurias del olvido.

Tres Del estudioso, divididos, por su grandeza, en seis volúmenes, en los cuales instruye un orador hasta llegar a su perfección y cumbre.

Ocho Del razonamiento dubdoso, los cuales escrivió en los postreros años del imperio de Nerón cuando hazía la tiranía peligroso todo linage de estudios algo libres y levantados.

Treinta [libros] en uno,c en prosecución De la historia de Aufidio Basso. De la Historia Natural, treinta y siete [libros]. Obra difusa, erudita y no menos varia que la misma Naturaleza.

¿Maravíllate que haya un hombre ocupado acabado tantos volúmenes y, en ellos, muchas cosas tan menudas? Pues más te admirarás cuando sepas que fue en algún tiempo causídico o abogado, que murió de no más de 56 años, y gastó la mitad de la vida, parte en oficios gravísimos, parte en amistades de príncipes. Pero tenía muy agudo ingenio, estudio increíble y suma vigilancia.

Comenzava a madrugar desde los Vulcanales,d que eran mediado agosto, no por superstición, sino por la comodidad de sus estudios, mucho antes que fuese de día y en el himbierno, pasadas siete horas de la nochee o, a lo más tarde, ocho y, muchas vezes, desde la medianoche. Era de muy poco sueño, el cual tomava y dexava muchas vezes estando estudiando. Visitava antes que amaneciese al emperador Vespasiano, porque él también madrugava, a negociar, e iva de allí al oficio que tenía a cargo.

Buelto a casa gastava el resto del tiempo en sus estudios. Echávase muchas veces al sol, si se hallava desocupado, después de la comida, en la cual usava, a modo de los antiguos, de fáciles y ligeros manjares por el estío. Leía algún libro, notava y sacava lo que era principal porque jamás leyó cosa que no hiziese esta diligencia y aún solía dezir no haver libro tan malo que no tuviese alguna cosa de provecho. Lavávase por la mayor parte después de haver estado al sol con ag[ua fría], Gustávala y dormía luego, aunque muy poco, y después estudiava como si fuera otro día hasta la hora de la cena, sobre la cual leía y notava de corrida algún libro.

Acuérdome que uno de sus amigos, pronunciando, el que le leía, ciertas cosas mal, hizo que tornase a leerlas, al cual amigo mi tío dixo: “En verdad que lo havías entendido”, y como lo concediese, replicó: “Pues ¿para qué lo hiziste repetir ? Más de diez ringlones havemos perdido con ésta tu pregunta”; tan avariento era de tiempo.

Levantávase de la cena, en estío, con luz y, en himbierno a una hora de la noche tan punctualmente como que a ello fuera constriñido por ley y, esto, en medio de los travajos y desasosiegos de Roma. Cuando se retirava, sólo dexaba de estudiar [el tiempo] que estava en el baño, entiendo el de dentro, porque cuando se limpiava, oía o dezía algo que escriviesen.

En el camino, como libre de todos los otros cuidados, entendía en solos sus estudios; llevava un escriviente a su lado, con libro y tablas, para escrivir en el himbierno, con guantes calzados, porque ni aun la aspereza del tiempo fuese parte para impedir un punto de sus estudios y, por la misma razón, andava en Roma en silla. Acuérdaseme haverme reprehendido una vez que me vido pasear diziendo que pudiera no perder aquellas horas, porque él tenía por averiguado perecer todo el tiempo que no se gastava en estudiar.

Con esta vigilancia acabó tantos volúmenes y me dexó de los escogidos 160 comentarios escriptos por ambas partes y de letra muy menuda, por lo cual se multiplica este número. Dezía él que pudiera, al tiempo que procurava las cosas de Hespaña, vender estos libros por cuatro cuentosf a Largio Licinio Crassog y, entonces, eran algo menos.

¿No te parece, cuando consideras cuánto leyó y escrivió, no haverse ocupado en algunos oficios o amistades de príncipes? Y, por el contrario, cuando oyes lo que trabajó en sus estudios, ¿no crees que no escrivió ni leyó sino muy poco? Porque ¿hay cosa a que no pudiesen impedir aquellas ocupaciones o que no pudiera hazer aquella perseverancia? Y ansí suelo yo reírme cuando algunos me llaman estudioso, pues comparado con él soy perezosísimo. Mas ¿para qué tracto de mí a quien estorvan en parte los oficios públicos y, en parte, los de los amigos? ¿Quién de aquestos que gastan toda la vida en estudiar, comparado con él, no se avergonzara como ocupado del sueño y floxedad?

Estendido he la carta aunque havía determinado de escrivirte solamente lo que me preguntaste, conviene a saber, qué libros dexó mi tío escriptos. Mas confío que no te serán estas cosas menos agradables que los mismos libros, los cuales te podrán ser espuelas, no sólo para leerlos, mas para hazer otra cosa semejante.

Dios sea contigo.

a. Dedicada a Baebio Macro.

b. Hermano de Tiberio, que murió como consecuencia de una caída del caballo.

c. Otros textos traducen treinta y uno.

d. Fiesta de la Cosecha, que se celebraba el 23 de agosto.

e. La sexta hora de la noche romana es aproximadamente el intervalo de 11 a 12 de la noche actual. La séptima de 12 a 1, y así sucesivamente. No hay equivalencia uniforme a lo largo del año porque las horas del día y la noche comenzaban a la salida y ocultación del Sol, momentos que varían con las estaciones.

f. No consta la unidad monetaria a que alude; la unidad usual fue el sestercio y, con frecuencia, se omitía en la escritura. Cuento, en castellano, es un millón de unidades enteras, por lo que la cifra citada sería de 4 millones de sestercios.

g. De la próspera familia Licinia, descendientes de Crasso, vencedor de la guerra Social, y triunviro con César y Pompeyo.

TOMO IV. HISTORIA

NATURAL DE CAYO

PLINIO SEGUNDO 1