Prefación al Benigno Lector




ENTIENDO, christiano lector, la imperfección de las cosas humanas y que, si algo de bueno en ellas hay, se deriva y mana a nosotros como de fuente perdurable de la liberalidad inmensa de Dios, Nuestro Señor, pero porque toca al aprovechamiento público estimarse esta Historia, me pareció avisar en breves palabras de su valor y dar noticia de lo que me ha costado traduzirla y declararla y, finalmente, responder a las dificultades que podrían oponerse.

Excusado será detenernos en encarecer la doctrina y estilo pliniano, pues ello habla, y cualquiera materia que se tracta y aun cada capítulo merece particularmente ser tenido en mucho, cuanto más tanto número de cosas o, por dezirlo en una palabra, la suma y compendio de todas las ciencias. Ni quiero, aunque lo afirmó Erasmo, varón muy erudito de nuestra edad, que sólo baste para creerse no ser un hombre del todo ignorante haver procurado hazer más llano el entendimiento de algunos lugares deste autor. Yo me contentaría con que no se menospreciase haver tentado de interpretarle e ilustrarle todo, porque ya que no sea yo autor, sino intérprete, que no siga traza mía, sino agena; ni comunique doctrina propria, antes declare la que dexó Plinio escripta. Dévese considerar que no mereció él menor alabanza por la que sacó de otros, como no haya nada nuevo (según se lee en el Eclesiastés) debaxo del Sol, o pueda dezir alguno cosa que no esté ya dicha, y si él hizo tanto en ponerlo en estilo, procediendo con libertad y declarando su ánimo por aquella vía que se le ofreció y entendió, sería su lectura más agradable, ¿qué se dirá haver yo hecho en pasar, atado a sus conceptos y estilo, por ventura, con no menor felicidad, las riquezas que él dexó esmaltadas en el lenguage romano a nuestra plática hespañola y dar a los que sobra entendimiento y falta la lengua latina, las manos llenas para que en su [lengua] vulgar y materna puedan espaciarse por el océano de las ciencias y aprovecharse en el conoscimiento general y particular de las cosas y leer la Historia Natural? Y, si Plinio mereció inmortal fama y que le agradesciese su edad y las que le havían de suceder, sacar de tan numerosa caterva de autores, en compendio, tan sublime y alta doctrina, hallándola clara, distincta y bastantemente dilatada, ¿qué se dirá que haze el que no sólo la tiene de trasladar, pero entender e ilustrar, aprobar, improbar y hazer censura y juizio della, hallándola tan cifrada y desgajada de los autores de donde la sacó y apartada de otras cláusulas que havían de darle luz y hazer más inteligible?

No quiero alargarme más en esto o dar ocasión me noten de ambicioso y amigo de alabar mis cosas proprias, como no haya cosa más lexos de mi inclinación natural y que yo más aborrezca y menosprecie. Vengo a aquellos que son de tan corto y tasado entendimiento que se persuaden no haver más saber del que ellos saben, ni más que ver de lo que ellos han visto y que restriñen el poder de Naturaleza o, por hablar más propriamente, el de Dios (a quien hazen en ello ofensa y agravio), a su condición limitada y mortal. Mas ¿cómo creerán éstos las maravillas invisibles del Criador de las cosas, pues las visibles y que tienen causas y razón humana, aunque no manifiesta a todos, niegan el crédito y piensan que los burlan y engañan? Como [si] el engaño no fuese contrario a la profesión de los autores, o como que de engañar al mundo les huviese de resultar provecho o gloria.

Ciertamente, la magestad de Naturaleza a cada paso se levanta sobre lo que la grosera muchedumbre y canalla vulgar sabe ser verdadero y posible. Ni todos ven las cosas, ni todas acontecen a todos lugares; unas se hazen en unas regiones y otras en otras, según es la naturaleza de cada una; unas ven los australes y otras los septentrionales; unas los de Oriente y los de Occidente otras, y cada autor da noticia de lo que pasa en su clima y cielo a los que habitan en provincias distantes y apartados paralelos. Y, ansí, Plinio, o escrive lo que vido (de que fue tan curioso que murió, como dizen, en la demanda) o allega y remite a los autores acerca de los cuales lo halló. ¿Quién creyera (que ansí lo dize él) que havía guineos antes que los viese o que no nos es admirable luego que llega a nuestra noticia? ¿Quién se despeñará a creer que se podía caminar por medio de las aguas antes que se inventasen los navíos, velas, aguja y, finalmente, antes que se navegase, y que havía otro tan grande y extraño mundo de que no se tenía alguna noticia y [quién creyera] que por papeles escriptos se podía tan clara y distinctamente comunicar los conceptos de los hombres, [y] el misterio de la piedra imán que endereza el aguja hazia nuestro polo, [y] que un árbol provehe de agua a toda la gente de la isla de Hierro, una de las Canarias, [y] que el perro, haviendo mordido a alguno, si ravia después, por mucho tiempo que intervenga le haga raviar sin toque alguno phísico o matemático, [y] que algunos hombres y animales maten con la sola vista y otros saquen, con sólo el toque, del interior del cuerpo cualquier cosa enclavada y también la ponzoña, [y] que basten ciertos árboles a dar vida y quitarla con sólo su sombra y otras cosas tales y de tanta admiración de que se tiene pública noticia que no se podrían fácilmente contar? Pero, ¿qué se maravillan?, pues el Autor de lo que se nos representa en el teatro deste mundo es Aquel que, con sólo dezirlo, puede cuanto quiere, y acerca del cual no hay cosa que no sea posible y hazedera. No me place en esto más estenderme, por no exceder los límites de Prohemio.

Paso a los que creen derogar estos trabajos estar Plinio puesto en lengua italiana, a los cuales (si gustan de engañarse) ruego depongan aquella voluntad, y si de ser desengañados traigan a la memoria que, ya que esté en italiano, no lo está en hespañol, y si interpretado, no ilustrado mayormente; que la de Landino no es traslación sino confusión, porque aliende que cuando le hizo italiano no tenía Plinio piedra sobre piedra, ni havía de él más que ciertas ruinas, rastros y sombra, ¿qué traslación puede hazerse no entendiéndose lo que se traslada? O ¿qué pudo entender un puro humanista de tan raras y ocultas doctrinas? Pero esto remito al lector que puede verlo claramente, si le vagare conferirlo. Pues otro Luduvico Domenico, que le ha divulgado en nuestro tiempo debaxo de su nombre, no hizo más que apropiarse la traslación de que acabamos de hablar.

De lo que toca a comentarios, sólo uno anda sobre todo Plinio, [el] de Aqueo, tan a[nti]- g[u]o que no se halla en él una migaja de sal o luz. Muchos le han castigado, pero con tanta libertad que le han en innumerables lugares corrumpido.

El segundo y cuarto libro[s] se han comentado de otros no infelizmente, pero como se han dexado por declarar muchos lugares escuras, ansí han expuesto otros fuera de lo pretendido del autor. No digo esto con ánimo de escurecer las vigilias agenas, que no hay cosa más lexos de mi condición, sino porque entienda el estudioso lector la poca alhaja que me han hecho los modernos escriptores y que, por la mayor parte, me he valido de los antiguos autores y códices más castigados para hazer este servicio a la república, por mandado del invictísimo Philippo Segundo, Nuestro Señor y verdadero padre de la Región y Patria, a quien se debe el beneficio presente, si alguno es, y [a quien] conviene se agradezcan los trabajos desta obra.

TOMO IV. HISTORIA

NATURAL DE CAYO

PLINIO SEGUNDO 1