CAPITULO XXXIII


De la piedra de las Filipinas


Nos envían ya de las islas Filipinas admirables obras de sus artífices y otras cosas dignas de verse que espontáneamente produce allí la naturaleza, y para hablar debidamente de las cuales sería necesario un libro especial. Pero entre otras muchas gemas de todos géneros, un capitán de navio nos mostró una encontrada por azar, según creo, con forma de cristal, blanca y transparente, y en cuyo centro se veía, por una maravilla de la naturaleza, un cordero azul con la cruz al hombro. Acaso sea esto un presagio de que la divina predicación del evangelio alumbrará aquellas tierras, y de que quizás en tal coyuntura esa inmensa región del mundo quedará bajo el imperio de nuestro invicto rey Felipe II, por cuyo mandato escribimos estas cosas.

TOMO III. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 2