CAPITULO LII


De los peces que suelen encontrar los que navegan hacia Nueva España


Los navegantes hacia Nueva España suelen encontrar y capturar fácilmente tiburones, grandes peces que pertenecen a las variedades cartilaginosas y alargadas, y tan voraces que muchos atestiguan haber visto a uno de ellos arrancar a un perro grande las dos patas posteriores de una sola mordida, y que en el estómago de otro se encontraron un cuchillo de carnicero, un anzuelo grande y la mayor parte de una cabeza de vaca. Se cuenta también de un juego muy divertido que con ellos hacen en cierto sitio del mar, y que consiste en arrojarles un cuarto de caballo para ver cómo, algunos palmos antes de que toque la superficie del agua, acuden a su vista y olfato los tiburones con tal ímpetu y rapidez, que brincando de las aguas arrancan y sorben en el aire mismo la carne y aun los huesos con la facilidad de quien deshoja una lechuga. A la cabeza de los tiburones se adhieren boca arriba y tan tenazmente, merced a cierta natural aspereza, unos pececillos llamados romeros, que por más esfuerzos que hacen no logran librarse de ellos; se alimentan éstos, así, de los pequeños fragmentos de la presa devorada que escapan de la boca del tiburón; son una variedad de los tordos, de buen sabor y saludables como alimento. Encuentran asimismo en gran abundancia mujoles alados, y peces dorados que los siguen por todo el océano, de gustoso y excelente alimento y que pueden tal vez clasificarse entre las variedades de las antias; los delfines llamados toninas, que son de mal agüero para los navegantes y presagian tiempo tempestuoso; puercos, pagros, rayas, chochas de mar, y muchísimos otros animales que ahora no recuerdo y se ofrecieron a mi vista en mi viaje a esta Nueva España.

TOMO III. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 2