Del MANATI
Vive en uno y otro océano y en los lagos el pez llamado por los haitianos MANATÍ, bestia casi informe semejante a un becerro, con cabeza abultada como de cabra así como los brazos delanteros; es de color pardo, está cubierto de pelos ralos, y aunque es feroz no muerde. Vive tanto en el mar como en la playa (y aun a veces se aleja de las aguas), y se alimenta de las hierbas costeras y de cierto género de higos marinos. Tiene cola redondeada y situada transversalmente, cabeza y hocico de becerro, grandes fosas nasales, mamas, orejas y ojos pequeños, dientes pequeños también, labios ásperos, y piel más gruesa y más fuerte que la del toro. Tiene dos brazos en su parte delantera, cada uno con cinco uñas parecidas a las humanas y con forma como de cañones de plumas. El ombligo y el ano son amplios, la vulva como de mujer y el pene como de caballo. Su grasa y su carne son como de cerdo, y es ésta de gusto agradable sea que se coma fresca o salada, y dañosa sobre todo para los que padecen el mal gálico. Las costillas y las visceras son como de toro y de un tamaño monstruoso. Se aparea a la manera humana, tendiéndose de espaldas la hembra en la playa, y echándose sobre ella el macho con cierta rapidez. Procrean un solo feto, pues es éste muy grande, de un tamaño en que sólo por excepción monstruosa se engendran varios. Se encuentra en la cabeza de este animal una piedrecilla que, echa polvo y tomada con agua u otra bebida aperitiva, es fama que expele la orina retenida y aun todo lo que obstruye sus conductos. La piedrecilla que se halla en el macho es blanca y aprovecha a los hombres; la de la hembra es algo amarillenta y útil a las mujeres.
MANATÍ
MANATÍ
TOMO III. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 2