CAPITULO XXXII


De la calavera encontrada en Choleo y de los huesos de gigantes que se han descubierto


La descripción de los precedentes animales monstruosos parece pedir que dé aquí noticia de la calavera humana encontrada en Chalco al cavar un pozo, con dos caras, cuatro ojos, dos narices, dos pares de quijadas y sesenta y cuatro dientes, los cuales no sólo habían alcanzado su completo crecimiento, sino que estaban gastados y deteriorados por el uso de largos años. No nos asombre pues aquel andrógino que, o produjo en efecto la antigüedad, o imaginó Platón para servir a su filosofía. También se han descubierto en estos días muchos huesos de gigantes de enorme tamaño, tanto en Tetzcoco como en Toluca, de los cuales algunos han sido llevados a España, en tanto que los otros los conservan los virreyes por su maravillosa rareza. Sé que hay entre ellos unos dientes maxilares de cerca de cinco pulgadas de ancho y diez de largo, de donde puede inferirse el tamaño de la cabeza a que pertenecieron, que apenas podrían abarcar dos hombres con los brazos extendidos. Todo esto es demasiado conocido para que pueda alguien no darle crédito, y sin embargo sé bien que hay quienes niegan la posibilidad de muchas cosas hasta que las ven realizadas, a tal punto es exacto lo que dijo nuestro Plinio, que “el poder y la majestad de la naturaleza son en todo momento increíbles”. Tal vez vinieron de otras tierras a esta región esos hombres de descomunal tamaño (pues cuentan que cerca del cabo de Hornos hay unos patagones de altura gigantesca) y fueron muertos por los indígenas, o bien por un misterio de la naturaleza los produjo esta misma tierra, y temiendo los indígenas que se multiplicaran los persiguieron y exterminaron por completo.

TOMO III. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 2