CAPITULO XIX


Del XIUHQUILITLPITZÁHOAC, o sea del añil tenuifolio o verdura herbácea


Echa la hierba XIUHQUÍLITL una sola raíz, ramificada, de donde nacen muchos tallos rectos, de seis codos de largo y del grueso del meñique, de color ceniciento, cilíndricos y lisos, hojas ralas parecidas a las del garbanzo, pequeñas flores blancas con rojo, y vainas que cuelgan del tallo agrupadas, semejantes a lombrices gruesecillas o a gusanos, y llenas de semilla negra. Es un poco amargo, con sabor casi de legumbre, acre y de naturaleza caliente y seca en segundo grado. Su polvo cura las úlceras antiguas, lavadas antes con orina, por lo que muchos lo llaman palancapatli. Dicen que las hojas machacadas y aplicadas, o bien disueltas en agua y untadas, calman el dolor y extinguen el calor excesivo de la cabeza de los niños. Hacen de ellas un colorante azul llamado por los indios tlacehoili o mohuitli, y tiñen también de negro los cabellos. Nace espontáneamente en regiones cálidas, en lugares campestres o montuosos, y aunque es una hierba, dura sin embargo dos años verde y lozana. La manera de preparar el colorante que los latinos llaman caeruleum y los mexicanos mohuitli o tlacehuilli, es la siguiente: se echan las hojas despedazadas en un perol o caldera de agua hervida, pero ya quitada del fuego y tibia, o mejor (según afirman los peritos) fría y sin haber pasado por el fuego; se agitan fuertemente con una pala de madera, y se vacía poco a poco el agua ya teñida en una vasija de barro o tinaja, dejando después que se derrame el líquido por unos agujeros que tiene a cierta altura, y que se asiente lo que salió de las hojas. Este sedimento es el colorante; se seca al sol, se cuela en una bolsa de cáñamo, se le da luego la forma de ruedecillas que se endurecen poniéndolas en platos sobre las brasas, y se guarda por último para usarse durante el año. Sería muy conveniente sembrarlo en España, en las regiones más cálidas como Andalucía o en las que baña el mar, en lugares campestres o montuosos, echando la semilla, como la de las lechugas, en terreno bien arado, en el mes de enero si el clima es templado o cálido y el suelo húmedo y regado, o en caso contrario en septiembre u octubre, trasplantándolo a su debido tiempo, como se hace con las lechugas pequeñas, a campos más espaciosos, y cuidando de escardar las plantitas para librarlas de yerbas dañinas, hasta que al fin puedan arrancarse y utilizarse.



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XIUHQUILITLPITZÁHOAC

TOMO III. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 2