Acostumbran los mexicanos llamar memeyas a casi todas las hierbas que manan leche; de entre ellas omito los titímalos, llamados por esta gente tlememeyas, porque ya Dioscórides dejó escrito bastante acerca de sus variedades y propiedades; quiero advertir sin embargo que la llamada por los indígenas cucultzin, misma que los griegos llaman titímalo helioscopio, es usada con mucha frecuencia para combatir el mal gálico. Las demás, que pertenecen a las especies de la péplide y la camesice, son de muchos géneros: algunas tienen hojas pequeñas de verdolaga y arrastran por la tierra; otras son erguidas y en todo lo demás semejantes; otras se parecen a las antes dichas, pero tienen hojas aserradas, siendo unas reptantes y otras levantadas. Hay también algunas de hojas angulosas, o con tallos rojos, o con las hojas también rojas, y otras muy semejantes a éstas pero con hojas más redondeadas.
MEMEYA DE TEPOZTLAN
Otras hay que echan hojas en parte escarlata y en parte verdes, capricho de la naturaleza digno de verse, y otras, en fin, que las tienen grandes y de varios colores; las hay por último que dan vainas y flores como de xiloxóchitl. Son casi todas de naturaleza caliente y seca, aunque ya exprimido el jugo lechoso no presentan ningún indicio de calor, y aun pretenden los médicos mexicanos que son frías y buenas contra las fiebres. Purgan la pituita, quitan las fiebres intermitentes, consumen las excrecencias de los ojos, calman el dolor de dientes, curan las llagas recientes o antiguas, cierran la piel abierta, fortalecen, introducidas, los miembros, contienen las disenterías y curan la sarna y los lobanillos; la leche disuelve las nubes de los ojos. Nacen dondequiera, pero en lugares fértiles alcanzan mayor altura y crecen más lozanas.
OTRA MEMEYA DE TEPOZTLAN
TOMO II. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 1