CAPITULO LXXVIII

Del CAPOLIN o cerezo dulce de Indias

Es árbol de mediano tamaño con hojas como de almendro o de nuestro cerezo menudamente aserradas, y flores en racimo de donde se producen frutos acinosos enteramente semejantes a nuestras cerezas en forma, color, tamaño, huesos y almendras, así como en el sabor (aunque éste es, hasta cierto punto, como de moras de zarza). Por todo lo cual juzgo que debe clasificarse este árbol entre los géneros de cerezos, aunque algunos opinan que pertenece a las variedades del almez. Los frutos son un poco ácidos y astringentes, aunque ya en su sazón y cuando han alcanzado una perfecta madurez, pierden mucho de su aspereza; son de gusto tan agradable, que según opinión de algunos de paladar bastante fino, no parecen inferiores a nuestras cerezas.

CAPOLIN

Son de naturaleza moderadamente cálida, seca y algo astringente. Se hacen de ellos un pan y una bebida cuando hay escasez de víveres y de vino; suministran un alimento atrabilioso y hasta cierto punto nocivo al corazón, y si se comen mucho tiñen los dientes de un color negro, que puede sin embargo quitarse fácilmente y limpiarse con dentífrico. No faltan, a pesar de ello, quienes los juzguen preferibles a todas las demás frutas del tiempo, aun del Viejo Mundo. Florece este árbol en la primavera y da fruto durante casi todo el estío. El cocimiento de la corteza puesto al sol durante quince días y tomado en dosis de una dracma, cura a los disentéricos; el polvo de la misma disuelve las nubes, aclara la vista, alivia las inflamaciones de los ojos y suaviza la lengua reseca por exceso de calor, auxilios que suele prestar el licor o jugo de los renuevos en climas templados, como el mexicano, donde nacen estos árboles en huertos y lugares campestres, ya por el cuidado del hombre, ya espontáneamente. Hay tres variedades de estos árboles, distintas por el fruto: el xitomacapolin, que lo da casi del tamaño de las ciruelas; el helocapolin, que lo tiene un poco menor, y el totocapolin, que tiene el más pequeño; pero todos lo dan en racimos.

TOMO II. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 1