CAPITULO CXIII

Del AMAQUÁHUITL o árbol del papel

Es un árbol grande con hojas como de cidro, con flor y fruto blancos dispuestos en corimbos, de sabor y olor casi nulos y de naturaleza fría y seca. Nace en los montes de Tepoztlan, donde con frecuencia se mira hormiguear una multitud de obreros que fabrican de este árbol un papel no muy a propósito para escribir o trazar líneas, aunque no se corre en él la tinta, pero propio para envolturas y muy adecuado y útil entre estos indios occidentales para celebrar las fiestas de los dioses, confeccionar las vestiduras sagradas, y para adornos funerarios. Se cortan sólo las ramas gruesas de los árboles, dejando los renuevos; se maceran con agua y se dejan remojar durante la noche en los arroyos o ríos. Al día siguiente se les arranca la corteza, y, después de limpiarla de la cutícula exterior, se extiende a golpes con una piedra plana pero surcada de algunas estrías, y que se sujeta con una vara de mimbre sin pulir doblada en círculo a manera de mango. Cede aquella madera flexible; se corta luego en trozos que, golpeados de nuevo con otra piedra más plana, se unen fácilmente entre sí y se alisan; se dividen por último en hojas de dos palmos de largo y palmo y medio aproximadamente de ancho, que imitan nuestro papel más grueso y corriente, pero son más compactas y más blancas, aunque muy inferiores a nuestro papel más terso. Sé que otras naciones fabrican de cortezas de árboles el papel, cada una a su manera; que los chinos producen el más delgado y terso; cuál tenemos en nuestra tierra; que así como en otro tiempo de junco, ahora lo fabrica el Viejo Mundo de lino reducido a polvo; pero aquí nos referimos sólo al papel mexicano.

AMACÓZTIC

TOMO II. HISTORIA NATURAL DE LA NUEVA ESPAÑA 1