III

MANUSCRITOS INÉDITOS CONOCIDOS


Las obras hernandinas que llegaron a publicarse, completas o resumidas, tratan, como vimos, de la historia natural mexicana. Su única excepción consiste en la descripción del Templo Mexicano, que inserta Nieremberg (n. 1), y los libros de Antigüedades y Conquista, que en épocas recientes vieron la luz (núms. 7, 8, 9 y 10). De aquí que, desde siglos, se considere a Hernández únicamente como un explorador de la naturaleza de México. Sin embargo, tal vez la obra mexicana, que le ha dado fama imperecedera, sea lo menos importante de su extraordinaria labor de humanista del siglo XV.

Para demostrar este aserto tenemos precisamente la extraordinaria colección de obras manuscritas que reseñamos a continuación, donde se encuentra la verdadera personalidad humanista y enciclopédica de nuestro autor. Conociendo estos manuscritos se alcanzan a comprender las razones por las que Hernández figuró entre los más floridos médicos de su época llegando a obtener la importancia cortesana que se desprende de sus títulos de médico del monasterio de Guadalupe y médico de cámara, que culminan con la designación de protomédico de las Indias y director de la primera Expedición Científica que visitó el Nuevo Mundo.

La gestación de estas obras manuscritas ocupa casi toda la vida del autor, y ellas tratan de los más variados asuntos. Hemos procurado ordenarlos cronológicamente según los datos que por los estudios generales sobre Hernández tenemos conseguidos; sin embargo, es difícil llegar a una ordenación definitiva ya que algunas de ellas, el Plinio por ejemplo, tuvieron una elaboración de más de diez años. Intercaladas entre estas obras conocidas, existe constancia de que Hernández ocupó su tiempo en otras, hoy perdidas, de las que daremos noticia en los apartados IV y V. Esta separación, necesaria por razones técnicas, impide también una correcta presentación cronológica de los trabajos inéditos.


19. {La Historia Natural de Plinio traducida y comentada por Hernández} carece de portada. Se inicia con la “Dedicatoria a Felipe II”, continuada con un “Prefacio al benigno lector”, y al argumento del libro I sigue ya el texto del sobrino de Plinio dedicando el libro y describiendo la muerte de su tío. Á continuación aparece la portada del libro primero que transcribiremos como portada del trabajo:

Libro primero, de la Historia natural de cayo // plinio segundo trasladada y annotada // por el Doctor Francisco Herna{n} / / dez Medico del inuictissimo // Rey Don Philippo II segundo n{uest}ro señor.

Folio.- Letra en parte autógrafa del propio Hernández y en parte de varios copistas diferentes. Encuadernado en diez volúmenes de 340. - 231. - 273. - 305. - 359. - 387. - 220. - 264. - 341. - 276 (en total, 2 996) folios. La foliación es independiente en cada uno de los volúmenes y en muchos casos superpuesta a una anterior que aparece tachada y que correspondía a los libros por separado. En ocasiones se nota la falta de páginas del texto y sin embargo la foliación no sufre interrupciones, por lo cual, suponemos, es posterior a Hernández y se puso al encuadernar los folios.

Se conserva en la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid, donde tenía, cuando nosotros lo consultamos, la signatura ms. 2 862 a 2 871. Actualmente trabajamos sobre un microfilm completo de toda la obra, de nuestra propiedad.

Ante todo, es necesario advertir que aunque la totalidad de la traducción conservada forma un cuerpo de diez volúmenes encuadernados y archivados bajo la misma signatura, a la primera revisión se comprueba que en el total de lo que allí está incluido existen dos trabajos diferentes. Ocupando los tres últimos tomos aparece lo que nosotros hemos llamado “Primeros borradores”, pues corresponden a una primera traducción y comentarios del Plinio llena de tachaduras, añadidos y enmiendas. Es desordenada en la ordenación de los libros y en gran parte autógrafa de Hernández.51 Faltan los libros 2, 8 y 9, está repetido el 6, y llega únicamente hasta el libro 16. En el primer volumen de estos “Primeros borradores” (VIII del conjunto general) aparecen los libros 1, 3, 5 y 6. En el siguiente, los 7, 12, 10 y 11, en este orden; y en el último, los libros 13,14, 15, 16, 4 y la repetición del 6. Su redacción es evidentemente anterior a la de los libros que ocupan los primeros 7 volúmenes, por numerosos datos que no podemos explanar aquí. Por el contrario, los siete volúmenes primeros contienen, ordenadamente dispuestos, los comentarios y la traducción de los 25 primeros libros del Plinio, mejor dicho 24, pues el 25 está traducido y sin comentar. Están escritos en su casi totalidad en letra de copista, en limpio, sin enmiendas o con muy escasas enmiendas, intercalando en su texto la mayor parte de los añadidos de los Primeros borradores. Ésta es una de las razones por las que consideramos que se trata de la “redacción definitiva” del trabajo y como tal la hemos catalogado.

La distribución de los libros del Plinio traducidos, comentados y puestos en limpio dentro de los siete volúmenes es como sigue:


Vol. I.   

Prólogo, dedicatorias y libros 1, 2 y 3.

Vol. II.   

Libros: 4, 5 y 6

Vol. III.   

    “    7 y 8.

Vol. IV.   

    “    9, 10 y 11.

Vol. V.   

    “    12, 13, 14, 15 y 16.

Vol. VI.   

    “    17, 18, 19 y 20.

Vol. VII.   

    “    21, 22, 23, 24, y 25.


Es necesario admitir que de esta obra se conservan la primera redacción y la redacción definitiva. Son diferentes en muchos puntos, y por la comparación de ambas se han podido llegar a esclarecer muchos datos cronológicos de la vida de Hernández, como demostramos en el estudio biográfico que antecede. Sirven también para conocer cómo evolucionó el pensamiento de Hernández sobre muchos temas biológicos, al comparar los escritos anteriores y los posteriores a su viaje a América.

Desde otro punto de vista, la traducción y los comentarios del Plinio son la gran obra de Hernández, donde vierte su extraordinarios conocimientos científicos. Para Álvarez López “la simple tentativa de una traducción de Plinio a la lengua castellana en la época en que fue acometida por nuestro Hernández suponía, por sí sola, una empresa de grandes alcances”.52 Y, efectivamente, como tal hay que tomarla por la extraordinaria envergadura del trabajo y la vasta preparación indispensable para llevarla a cabo.

Su elaboración ocupa, que sepamos, un período de más de diez años; lo encontramos dedicado a ella en la década del sesenta, por los datos que en la misma traducción asienta,53 y en las cartas que le escribe al rey desde México le informa que ya está terminada la traducción del Plinio.54 Utiliza como fuente original numerosas versiones latinas, que corrige y compara continuamente.55 Lo más importante del trabajo son los comentarios, donde se nos muestra como un profundo conocedor de la ciencia de su época, con gran competencia y erudición en las materias más diversas. Las partes astronómica y geográfica son comentadas extensamente con numerosas aportaciones originales y discusiones sobre lo asentado. Algunos de estos comentarios constituyen verdaderas monografías. Lo mismo puede decirse de lo tocante a la historia natural, y son especialmente notables los comentarios médicos, donde se revela con un conocimiento muy avanzado de su profesión, emitiendo ideas tan nuevas en su tiempo como la de la circulación menor, que acababa de ser expuesta por Colombo, quien la tomó de Servet. Hace graves objeciones a Galeno y discute algunas observaciones hipocráticas.

Los comentarios al Plinio son la fuente de datos biográficos más extensa que poseemos de Hernández. Están llenos de referencias sobre su estancia en Sevilla y en Guadalupe; cuenta casos clínicos asistidos por él durante su ejercicio en Toledo y numerosas anécdotas y sucesos de su vida profesional; muestra, además, por las copiosísimas citas clásicas y contemporáneas, su profunda preparación erudita para llevar a cabo la empresa, y constituye sin duda alguna la obra humanística fundamental de Hernández. Desgraciadamente no la hemos recibido completa. El manuscrito hernandino llegó sin duda al final de la traducción, pues así lo asienta él en sus cartas.56 Pero después de su muerte, anduvo de mano en mano y se fragmentó y perdió. Nicolás Antonio anuncia que “el códice manuscrito en folio {de la traducción y comentarios del Plinio} está en la biblioteca del conde de Villaumbrosa y el resto en la biblioteca del marqués de Mondéjar”.57 Gómez Ortega, al escribir el prólogo de la edición matritense que hemos reseñado en el n. 4, escribe que los primeros veinticinco libros de la traducción del Plinio fueron descubiertos por Francisco Cerdá y Rico en la Biblioteca Real de Madrid. Colmeiro, cuyos datos se recopilan en el segundo tercio del siglo XIX, ya sitúa este mismo manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid.58

Según uno de los documentos conservados en la “John Cárter Brown Library”, a que nos hemos referido anteriormente, consta que Gómez Ortega mandó hacer una copia completa del manuscrito de Hernández que comentaba y traducía a Plinio, por el que pagó 3 414 reales de vellón. Hoy este manuscrito está perdido.

El Plinio de Hernández estuvo ilustrado, pues constantemente hace en el texto alusión a las figuras. Los huevos de jibia son como “este razimo que damos pintado” (vol. IV, f. 3); para diferenciar las ballenas advierte que “su figura sacada del natural es cual la de este dibujo” (vol. IV, f. 13v.); después de refutar a Belonio sobre la descripción de la foca, indica que su aspecto “es éste que damos pintado” (vol. IV, f. 32). Cuando en el libro segundo comenta lo que Plinio llama “coronas celestes” envía al lector a una figura aclaratoria, pues dice: “Esto se verá más claro en esta figura” y durante un folio entero se pasa describiendo lo que en la figura aparece (vol. I, f. 140). Al tratar de los vientos y de sus diferentes nombres y orígenes, los clasifica, y añade: “y no faltaron gentes que añadieron otros dos de la manera que se vee en esta figura”, y en la escritura se reduce el renglón a la mitad dejando espacio para intercalar la figura que no aparece (vol. I, f. 159v).

Todos los libros dedicados a astronomía, peces, piedras y aves, están llenos de referencias y envíos a diversas figuras que deberían acompañar al texto. Desgraciadamente éstas se han perdido; únicamente se encuentran en el capítulo II del libro XVI de la parte correspondiente a la “Redacción definitiva” dos pequeñas figuras dibujadas en el margen que indican la manera de sembrar los árboles en un huerto y a las cuales hace referencia en el texto.

En los “Primeros borradores”, los libros 7 y 12, que por muchas razones suponemos fueron los primeros que se comentaron, aparecen iniciados por una letra capitular orlada con un dibujo a pluma distinto para cada inicial. Como el texto de estos libros es autógrafo de Hernández, no será muy aventurado suponer que el dibujo también le perteneció. Son dos bellas ilustraciones muy del estilo de la época, representando en una a una mujer dibujando sobre un caballete —probablemente la musa de la pintura—, y en la otra una figura también femenina esculpiendo una escultura en piedra —con seguridad, la musa de la escultura. De ser así, serían los dos únicos dibujos originales de Hernández conservados hasta hoy, lo cual aumentaría el valor del manuscrito y además nos daría una muestra de la disposición para el dibujo de nuestro médico quien, como sabemos, era un entusiasta defensor de los libros ilustrados.

Es indudable que Hernández escribía para la imprenta y esperaba ver sus manuscritos convertidos en libros. La misma redacción definitiva del Plinio, no obstante que en el prólogo y dedicatoria se dice estar hecha para ofrecerla al rey, muestra claros indicios de que su autor la preparaba pensando en las prensas y con vistas a la impresión. Aparte de algunas alusiones más o menos veladas existe una en el comentario al capítulo XXXVI del libro VII (vol. III, f. 79v), donde, después de intercalar un párrafo latino, escribe de su propio puño y letra al margen: “Imprímasse en hespañol”.

Lo mismo puede decirse de la advertencia añadida a los folios donde escribe la descripción de Asia (ver n. 20) y en los cuales escribe: “Estas 6 hojas no se han de imprimir sino en su lugar la descripción de Asia conforme Plinio” (“Primeros borradores” vol. III, f. 206r). Y las muchas veces que indica al lector que podrá encontrar tal o cual cosa “quando dios sea servido que haya de imprimirse este libro”.

Según indica en varias ocasiones, Hernández tenía el propósito de añadir al final de su traducción de Plinio un índice vocabulario plurilingüe; la referencia más concreta es cuando escribe en el comentario al capítulo XVII del libro VIII lo siguiente: “pienso (mediante dios) poner al fin de este libro una tabla que contenga por orden alfabético los nombres de las plantas, animales y minerales en las más de las lenguas y ansí cumplir con las más de las naciones” (vol. III, fol. I68v.) También compuso unas tablas astronómicas a las cuales se refiere con frecuencia y describe en detalle en el comentario al capítulo XV del libro XI (vol. IV, fol. 267). La idea de estas tablas y su composición debió ser muy prematura a la redacción de su trabajo, pues ya hace referencia a ellas en los “Primeros borradores” (vol. II, fol. 271v.)

Gómez Ortega sospecha que la traducción y comentarios de la obra de Plinio que publicó Jerónimo de la Huerta entre 1624 y 1629 pudiera estar en gran parte elaborada utilizando el material de Hernández.59 No es completamente infundada la idea, pero por la simple comparación de los textos de ambos autores no se puede llegar a esta afirmación, pues la distribución de los comentarios de ambas y la forma de redactar son muy diferentes entre los dos autores.

Tres de estos volúmenes manuscritos de Hernández fueron exhibidos en la Exposición de Libros Antiguos con temas agrícolas, que se celebró con motivo del primer centenario de la Escuela Nacional de Agricultura de Madrid, el año 1955, en la Biblioteca Nacional de esta ciudad.


20. Compendio breve de la división y partes de Asia segu{n} lo anti // guo y moderno.

Diez folios, de letra autógrafa del autor, numerados del 206 al 215, escritos por ambos lados. La numeración corresponde a la foliación del volumen X de la Historia natural del Plinio comentada y traducida por Hernández (ver n. 19), donde aparece el presente trabajo incluido entre el libro 49 de Plinio y la repetición del 69 con que acaba el volumen. Se conserva, por tanto, en la Biblioteca Nacional de Madrid, en la Sección de Manuscritos, bajo la signatura ms. 2871, que es la correspondiente al volumen.

Se trata de una geografía de Asia incluida entre los libros que hemos designado como “Primeros borradores”. Figura al comienzo del libro 6° de Plinio según las propias palabras de Hernández: “para maior entendimiento de lo que en este libro 6° Plinio nos ha de dezir”. Sin embargo, es un trabajo independiente que su autor escribe simultáneamente con los comentarios a Plinio, sin intención de publicarlo, pues en la vuelta del último folio, de letra de Hernández se puede leer: “Estas 6 hojas precedentes no se han de imprimir, sino en su lugar la descripción de Asia conforme Plinio, que está en estos papeles que están encuadernados.” Efectivamente, no aparece en la “Redacción definitiva.” Dice en el texto que la escribe “según también en Europa y África lo hesimos”; pero estas otras dos descripciones no han llegado a nosotros. Incluidas en los comentarios del Plinio aparecen extensas descripciones de lugares y partes de Europa y África, pero no un trabajo monográfico e independiente como éste de Asia, que se inicia con una cruz, según era la costumbre cuando se comenzaba un nuevo escrito. Tiene el interés de presentar los extensos conocimientos geográficos que poseía Hernández, quien recopiló todo lo que en su época se conocía de la remota Asia, tanto por escritores antiguos como contemporáneos. Tiene algunos comentarios curiosos, como uno sobre los judíos y otro que describe las costumbres hindúes; está escrito antes de su viaje a América, pues termina diciendo que no hablará de otras tierras recién descubiertas “pues pensamos hacerlo quando fuéremos a describir las cosas naturales de las Indias Occidentales”.


21. {Compendios Aristotélicos}

146 folios manuscritos. - Con dos foliaturas, una correlativa desde el primer folio al último y otra, más antigua, que se inicia en el folio 58 con el n. 1 y llega al n. 89 en el último folio del volumen. El volumen encuadernado se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid con la signatura ms. 6656.

Hemos decidido inventar un título propio al volumen de estos trabajos con el objeto de unificar y dar a entender mejor su contenido. En realidad, son fragmentos de obras aristotélicas compendiadas por Hernández en idioma castellano. Se inicia en el folio 1 con el siguiente título: Compendio de philosophia moral según Aristóteles en las Ethicas que escriuio a Nicomacho, por el. D.F.H.M. de Phi. 2°, libro primero. De este trabajo aristotélico se encuentran compendiados seis libros que alcanzan hasta el folio 57 v., quedando incompleto, pues el trabajo original está formado por diez libros. En el folio 58 r. comienza otro trabajo con foliación primitivamente independiente, bajo el siguiente título: Libro primero de los phisicos que tracta de los principios de sciencia natural. De este trabajo, que en su original aristotélico consta de ocho libros, solamente aparecen compendiados cinco, y el último es un resumen del primer libro del alma. Comparando los originales de Aristóteles con lo escrito por Hernández, se observa que no llevan correlación precisa los temas de los libros aristotélicos con los temas tratados en los compendios de éste. Existen interpolaciones de cosas conexas, relatos de hechos de la época hernandina y comentarios y apreciaciones propias de Hernández. La mayor parte de los autores suelen reseñar estos trabajos considerándolos como traducciones; unas veces de las Éticas, otras de la Física y casi todos del libro De ánima. Nada más lejos de la realidad que esta apreciación, hecha indudablemente por desconocimiento de la materialidad de lo escrito por Hernández.


tomo_I_168.jpg

tomo_I_169.jpg

Manuscritos de Recchi


tomo_I_170.jpg

tomo_I_171.jpg

Portada y página del Vetancourt


tomo_I_172.jpg

Comienzo del manuscrito de los comentarios al Plinio


tomo_I_173.jpg

tomo_I_174.jpg

Capitulares del Plinto


Suponemos que el presente trabajo debió de ser escrito entre 1565 y 1570. Nos basamos para ello en la noticia que da en el texto sobre el edificio que se está levantando en El Escorial. Como el primer planeamiento de esta construcción corresponde a 1562 y no hubo obra visible hasta el 1565, es de suponer que Hernández no pudo referirse a ella hasta después de esta fecha, y tiene que ser anterior al 70, pues a partir de entonces ya conocemos su estancia en Madrid, ocupado en arreglar su viaje y sin tiempo para obras de este tipo.

No se trata, como ya hemos dicho, de una traducción castellana de Aristóteles sino de un resumen comentado de su obra, o más bien de un compendio de las ideas aristotélicas. Ignoramos el destino que pensaba darle a este trabajo, que aparece sin prólogo ni dedicatoria y que, como vimos, está incompleto. Algún investigador ha puesto en tela de juicio la paternidad hernandina de este manuscrito.60 Para nosotros es indudable que se trata de un trabajo de Hernández, por el estilo de la redacción, la letra de las correcciones e incluso el modo de presentar los comentarios, principalmente en los que inserta datos de la corte y autobiográficos. Desgraciadamente, el tema no se prestaba para ser convertido en una fuente de datos personales, pero, así y todo, supo interpolar algunas anécdotas tan típicas de la literatura hernandina que resulta difícil dudar de su autenticidad. El propio Hernández se refiere a estos trabajos cuando prologa y dedica al rey las Quaestionum stoicarum, que describimos en el n. 27 de esta bibliografía. Allí dice: “con objeto de relajar y descansar mi espíritu, quise resucitar mis antiguos estudios concernientes a la teoría de los estoicos, particularmente lo que se refiere al amor, y de modo especial compararla con la de los peripatéticos”.

Como portada de la obra aparece una primera página orlada con un dibujo a pluma, de tipo barroco, donde se advierte que la obra está dirigida por “D. Gutierre de Terán y Castañeda al Sr. Gerónimo de Camargo del Consejo de su magestad en el Real de las Indias”. Si la factura del dibujo no bastase para determinar que es un añadido muy posterior a la época de Hernández, sería suficiente para convencernos la dedicatoria a Gerónimo de Camargo, quien desempeñó los cargos de consejero y fiscal en el Consejo de Indias, de 1645 a 1652, o sea casi un siglo después de escrito el trabajo. Probablemente esta portada se añadió cuando D. Gutierre de Terán y Castañeda, de quien no hemos podido obtener ningún dato, regaló a Camargo el manuscrito, tal vez como agradecimiento por alguna merced.

Este volumen de trabajos hernandinos aparece en la bibliografía en fecha relativamente reciente. Todos los autores antiguos lo ignoraron, y el primero que lo describió fue Bartolomé José Gallardo en su Ensayo de una Biblioteca Española.61 Desde entonces aparece citado ya con frecuencia, excepto entre los historiadores mexicanos que parecen seguir ignorándolo. Incluso Nicolás León, tan dedicado a Hernández, no lo cita en el prólogo al Ximénez (n. 18) cuando hace la biografía de Hernández, ni muchos años después cuando publica la Biblioteca botánica.


22. XPIANÆ methodi libri tres, francisco hernando philippi secu{n}di // histórico, et medico primario authore Cum eruditissimis annotationib{us} // ad marginem appositis illustrissimi reuerendissimi que viri petri moyae de Con- // treras, archiepiscopi Mexicensis, quce loca explicant paulo difficiliora.

29 folios. - El texto acaba a la mitad del folio 29 r. - Tiene dos foliaturas, una del 1 al 29 que es la original del trabajo, y otra del 58 al 86 que corresponde a la general de volumen y es de letra distinta, más moderna, y probablemente añadida al componer los trabajos para darlos al encuadernador. El texto está escrito a dos columnas: una autógrafa de Hernández que contiene los versos del poema; y otra que en realidad es un amplio margen, donde de letra de Moya de Contreras se encuentran las anotaciones mencionadas en el título.

Se conserva en la Biblioteca del Archivo General del Ministerio de Hacienda de Madrid, incluido en el tomo señalado bajo la signatura 931, donde se han encuadernado diversos trabajos de Hernández. En el interior del volumen, escritas con lápiz, se pueden leer otras dos signaturas antiguas, 299.7 y 86-8/II, que corresponden a colocaciones anteriores del volumen, no sabemos si en esta biblioteca o en otras distintas. El tejuelo del volumen dice “Hernand. De Templi mexicani”, aludiendo al primer trabajo encuadernado, que es el manuscrito de la obra descrita en el n. 1. El número total de folios del volumen es de 234.

Los dos primeros folios de este trabajo están ocupados por un prólogo de Moya de Contreras en el que explica las razones que movieron a escribirlo. Al comienzo del folio 3 se inicia el poema, al que antecede el siguiente título: Francisci Hernandi Philippi 2° opt. m. historici, ac medid primarii, Chrystiance methodi líber primus.

Se trata en este caso del escrito más extraño de toda la obra de Hernández. No tiene conexión con el resto de sus trabajos que, aun dentro del amplio campo en que se extienden, presentan una línea bastante uniforme de orientación filosófica y científica. En el prólogo de Moya de Contreras, se dice que Hernández escribió este poema por indicación del propio arzobispo, que fue quien le instó a ello. Moya, por su parte, no escatima elogios para el médico, a quien llama excelso, asegurando tenerle tierno afecto, como a un amigo íntimo, o más bien como a un hermano. La obra está en verso, autógrafa de Hernández, y al margen se pueden leer las apostillas o anotaciones de mano del propio Moya. Es muy extenso, en contradicción con lo que en el mismo prólogo se indica, al advertir que se trata de un compendio que pueda ser llevado en el bolsillo o aprendido de memoria, ya que, para facilitar esto último, es por lo que se ha puesto en verso.

Considerando que algunos han creído ver en el comportamiento de Hernández marcados rasgos de erasmismo, resultaría interesantísimo estudiar esta obra detenidamente, enfocándola desde este punto de vista. Tal vez el encargo y las anotaciones de Moya de Contreras sean precisamente un método sutil de neutralizar toda suspicacia en ese campo, liberando así a su amigo o casi hermano de las acusaciones o sospechas que pudieran dañarle, y que investigadores como Rioja consideran que es el fondo y razón del distanciamiento de la corte y la desgracia de sus últimos años.62 Desafortunadamente, no estamos preparados lo suficiente para emprender esta tarea por nuestros propios medios. Para ello serían menester conocimientos teológicos y filosóficos de que carecemos. Ojalá interese el tema a quien pueda desarrollarlo debidamente y contemos pronto con un estudio que permita aclarar este apasionante aspecto de la figura de Hernández.


23. De morbo novæ hispaniæ anni. 1576. // vocato ab indis cocoliztli.

Folio y medio. - Manuscrito autógrafo de Hernández, con diversas numeraciones que corresponden a sus antiguas ordenaciones. En la actualidad forma parte del volumen de la Biblioteca de Hacienda de Madrid, descrito en el N° 22, donde ocupa los folios 34 completo y 35 r. de la foliación del volumen.

Éste es uno de los pocos manuscritos hernandinos a los que se puede fijar una fecha exacta. Pues Hernández asienta que está escribiendo en enero de 1577. Trata de la célebre enfermedad epidémica llamada por los indios “cocoliztle”, que todavía no ha podido ser identificada no obstante los diversos trabajos que se han dedicado a ella. Tiene este manuscrito para la historia médica mexicana el inapreciable valor de ser la única descripción de la enfermedad escrita por el médico que tuvo, en su papel de protomédico, que hacer frente a la epidemia, declarar de qué enfermedad se trataba y establecer el tratamiento más adecuado. Para llevar a cabo su cometido efectuó autopsias y experimentó numerosos fármacos, de los que da noticia en este trabajo.

La primera noticia de este escrito la da Gómez Ortega en el prólogo a la edición matritense; desde entonces son numerosos los autores que se refieren al trabajo, considerándolo perdido y lamentando su destrucción. Algunos, y entre ellos inexplicablemente Nicolás León, afirmaron que desapareció cuando el incendio de El Escorial en 1671.63 En la actualidad estamos preparando un extenso estudio de la célebre epidemia de “cocoliztle” del año 1576, a la luz que a ella ha dado el manuscrito que reseñamos, y en reciente trabajo publicamos la paleografía y traducción de este escrito de interés extraordinario para la historia de la medicina mexicana.64


24. {Libros sobre animales y minerales de la Nueva España}

Manuscrito latino, en folio, de letra del siglo XVII, con una nota que dice: “Copia de las últimas hojas del tomo tercero de la Historia Natural de México, del Dr. Hernández, que trata de animales y minerales, cotexada exactamente con el original. Por mí mismo {rúbrica}. Agosto 3 de 1786.”

La rúbrica parece ser de Casimiro Gómez Ortega y como tal la han identificado varios autores. Presenta dos numeraciones; una de páginas que va del 1188 al 1222, y otra de folios que empieza después de decir “tom. 3°, lib. 1°, De quadrupd.” y numera del folio 807 al 820. La letra es clara, limpia, con pocos tachones o enmendaduras. Existe en el Archivo Biblioteca del Museo de Ciencias Naturales de Madrid con los números 12 y 13 de una sección denominada “Conservaduría”.

Estos originales hernandinos son los que iban a constituir el tomo IV de la “edición matritense”, según nos dice su editor Gómez Ortega en el prólogo tantas veces citado. Desconocemos las razones por las cuales esta parte de los originales de Hernández fue a parar al Museo de Historia Natural, mientras que el resto de los trabajos que con él quedaban inéditos terminaron en el Ministerio de Hacienda.

La totalidad del manuscrito es una copia de fines del siglo XVII, al parecer autógrafa de Gómez Ortega, escrita, según la fecha insertada, durante los años en que la edición se estaba llevando a cabo. Casi con seguridad, es el original preparado para la imprenta pero que no llegó a componerse. Está dividido, siguiendo el orden general de toda la obra de Hernández, en seis libros que, a su vez, se dividen en capítulos, cada uno de los cuales contiene la descripción de una especie. El primer libro se titula De historia quadrupedum Novæ Hispaniæ, liber unus. A éste sigue el tratado de aves, extensísimo, con más de 200 capítulos; después, los reptiles, que forman otro libro; se continúa con un corto tratado de insectos, donde tienen cabida insectos, arácnidos y demás fauna de animales pequeños, incluyendo hasta la sanguijuela. Se sigue con lo que él clasifica como Acuátiles, mezcla de peces, moluscos, esponjas, artrópodos, batracios y reptiles de vida acuática, y termina con un libro dedicado a los minerales.

En el mismo Archivo Biblioteca existe otro manuscrito más antiguo cuyo título exacto dice: “De historia quadrupedum Novæ Hispaniæ, liber unus, Francisco Hernández, medico atque histórico Philippi II regis Hispaniarum et Indiarum et totis Novi Orbis medico primario auctore.” No está firmado y existe mucho fundamento para suponer se trate del primitivo original de donde se tomó en el siglo XVI el texto del “Liber unicus”, que trata de animales y minerales, y que fue añadido en tiempos de Felipe IV al libro que habían impreso treinta años antes los miembros de la Accademia dei Lincei (ver n. 16).

El manuscrito anterior tiene tamaño folio, con dos numeraciones; una, a la izquierda de los pliegos, del número 1 al 435 (falta la foja 146) y se inicia con una página sin numerar donde se empieza el texto con la palabra “Prohemium”, la otra numeración está colocada a la derecha y alcanza de los folios 1 al 121.

El primer autor que dio noticia de estos manuscritos fue el padre Barreiro en un trabajo publicado, sin fecha, hacia 1929·65 El trabajo, malo y lleno de errores, sobre todo en la parte biográfica, tiene en cambio de valor que inserta el índice completo de los capítulos de la obra de Hernández, por lo cual se pudo conocer desde entonces de qué animales y minerales trataba Hernández en su obra original; y se comprobó cómo, en este caso, lo mismo que en la botánica, Recco había suprimido numerosas especies. Muchas de estas descripciones aparecen resumidas en la edición del “Tesoro” (n. 16). Sin embargo, es de gran importancia este manuscrito por las aportaciones de tipo personal que inserta y las noticias de la época, alguna tan curiosa como el descubrimiento de fósiles en Toluca y los comentarios que sobre ellos se le ocurren. Recientemente ha vuelto a ser citado este manuscrito en el libro de José Tudela.


25. De provincia chinæ seu Taibin quæ 7 dieru{m} naviga // tione distat a philippicis Liber.

Manuscrito autógrafo, incluido en el volumen del Archivo de la Biblioteca del Ministerio de Hacienda de Madrid descrito en el n. 22, donde ocupa los folios 17 r. a 49 v., de la foliación general del volumen. Tiene, además, otra foliación más antigua, la original del escrito, del 1 al 33. Se inicia con una cruz indicando que es trabajo independiente.

Este trabajo debió de ser uno de los últimos manuscritos en su estancia mexicana y, según indica al iniciarlo, consiste en una relación que desde las Islas Filipinas le enviaron, en la nao que llegó a Acapulco el año de 1576, sus amigos los doctores Francisco Sandi y Sancho de Zeballos. Este último había colaborado con él en la Corografía de México años antes (ver n. 47), y que al parecer estaba escrita por un fraile agustino de nombre Martín de Errada, de cultura poco común. Sigue diciendo que como el tema está relacionado en parte con sus trabajos y el autor es de tanta garantía, ha decidido recogerla y traducirla al latín para unirla al resto de las obras que llevará de América. A continuación sigue la descripción de la provincia señalada en el título, sin que vuelva a intercalar datos personales importantes en el texto.


26. De sine ex epistola melchioris, societa- // tis iesu.

Manuscrito autógrafo, que figura en el tomo descrito en el N° 22, que se conserva en el Archivo Biblioteca del Ministerio de Hacienda de Madrid y que ocupa los folios51 v. a 56 v. de la foliación general del volumen. Tiene una foliación anterior, la primitiva, que ocupa del 35 v. al 40 v. y que corresponde con la que llevan los trabajos descritos en los Núms. 22, 23 y 25.

Desde que Gómez Ortega dio constancia de estos manuscritos, han sido muchos los autores que los han citado entre las obras de Hernández. Sin embargo, después de conocer el manuscrito, es ecesario descartar la paternidad hernandina de esta obra. Se trata en realidad de notas o trozos referentes a la geografía de la China, que Hernández toma de varias obras contemporáneas. Después de iniciar el escrito con un capítulo del jesuita Melchor —que no hemos podido identificar—, recoge dos trozos de Nicolás de Conti, otro de Pigafetta, otro del portugués Juan de Barros, y uno final de Hayton el armenio; todos, escritores bien conocidos del siglo XV, pues aunque Hayton es anterior, sus obras no se editan hasta el XV. Cada párrafo recogido lleva el título expreso de donde se ha tomado, así en el folio 53 v. está un trozo titulado “Ex Nic. de Conti de eadem provincia”, y en la misma página otro, “Ex Pigafetta de eadem provincia”; en el folio siguiente vuelto está lo tomado de “Ex Ioanne de Barros, lusitano”. En el 55 v. se lee “Ex itinerario Nicolas de Conti, véneto”; y, finalmente, en el folio 56 r. se inicia lo de “Ex historia domini Haitonis, armeni”.

Si bien es verdad que estos trozos no tienen en realidad valor hernandino, demuestran en cambio el interés de Hernández por la geografía de la China y la manera de documentarse sobre esa parte del mundo que indudablemente le atraía, pues son varios los trabajos que dedica a este tema: la geografía de Asia (n. 20), el trabajo reseñado en el n. 25, y las notas de que nos estamos ocupando.


27. Quaestionum stoicarum liber unus Fran // cisco Hernando medico atque histori // co Philippi secundi Regis Hispa // niarum et lndiarum et to / / tius novi orbis medi // co primario au / / thore.


28. Problematum stoicorum liber vnus // eodem authore.


29. Problemata sen erotemata philosophica, secu{n} // dum mentem Peripateticorum, et eorum // principis Aristotelis. Doctore Franci // seo Hernando Protomedico, et histo // rico Philippi secundi authore.


Estos tres trabajos independientes, pero de tema relacionado, constituyen un cuerpo de 147 folios con foliación seriada y original del 1 al 147, a la cual posteriormente se añadió la foliatura del volumen del Ministerio de Hacienda de Madrid que ya hemos descrito en el n. 22, donde ocupa los folios 87 a 232. El primer trabajo (n. 27) ocupa del folio 1 r. al 55 v. El segundo (n. 28) empieza en el 56 r. hasta el 72 v.; y el tercero, que es el más extenso, desde el 73 r. hasta el final.

Son copias definitivas manuscritas, con letra de copista muy clara y bella, sin enmiendas ni correcciones. En el folio 224 r. existe en el margen un pequeño dibujo explicativo del texto.

En estas obras el autor muestra nuevamente su interés por la interpretación aristotélica. Con seguridad, son obras efectuadas en América, pues así lo expresa en el prólogo dedicatoria; además, en los encabezamientos usa el título de protomédico. Pueden considerarse como complemento o continuación de las descritas en el n. 21. Obra que, como indicamos, debió de ser suspendida al encomendarle el viaje a América.

Estas obras han sido profusamente citadas por todos los autores que se han ocupado de Hernández, principalmente Nicolás León, todos tomando directa o indirectamente los datos del conocido prólogo de Gómez Ortega en la “edición matritense”; de aquí que todos atribuyan a Hernández con este motivo una serie de trabajos que son imaginarios. Gómez Ortega describe en su prólogo como piezas hernandinas independientes un tratado de Metereológica, otro De anima problemata, y un último de Problemata moralia ex mente Aristotelis. En realidad, estos tres trabajos son capítulos del último manuscrito y no estudios independientes.

Colmeiro afirma que estos trabajos se conservan en la Academia de la Historia de Madrid.66 Con ello crea una confusión, pues si estos trabajos se encuentran encuadernados en un volumen, que es el mismo que tuvo Gómez Ortega, y este volumen es el recientemente aparecido, no se puede explicar que él los viera independientes entonces y que ahora vuelvan a estar reunidos. Suponemos que Colmeiro se equivocó de localización y de trabajos, pues en otra parte de su libro dice: “los opúsculos concernientes a la Filosofía de Aristóteles y a la de los estoicos se hallan en la Biblioteca Nacional”.67 En este caso se trata de los manuscritos descritos en el n. 21 y la coletilla de los estoicos es a todas luces un error cometido por el desconocimiento de los manuscritos y el recuerdo de los datos de Gómez Ortega.


30. {Traducción castellana de la Historia Plantarum Novæ Hispaniæ, por Fernando Altamirano}.

En la Biblioteca del Instituto de Biología de México se conservan 18 volúmenes encuadernados, de 23 por 17 cms., que contienen aproximadamente unas 6 000 hojas, de tamaños variados y papeles distintos, sin foliación ni numeración de ninguna clase, en las cuales se encuentra manuscrita en letra del siglo XIX una traducción castellana de la “edición matritense” de Hernández (N° 4). Parte escrita en tinta, parte en lápiz, con numerosas tachaduras, enmiendas y lagunas, y las plantas arregladas por orden alfabético. Ninguno de los volúmenes tiene portada, fecha o colofón que indique el nombre del autor o la época en que fue escrito. Los tejuelos de los tomos dicen únicamente “Plantas medicinales” y la inicial de la letra que contiene cada uno. En algunos lugares hay notas marginales y advertencias firmadas con la inicial A.

Es tradición en el Instituto que este manuscrito es obra de D. Fernando Altamirano, eminente médico y naturalista mexicano de fines de siglo, quien ocupó en su elaboración muchos años de trabajo. Altamirano se refiere a su traducción en un artículo titulado “Catálogo explicado de las plantas mexicanas citadas en la obra del Dr. Hernández” (Ann. del Inst. Med. Nal. II, 150-153, 1896), donde, después de relatar cómo nació su afición por la obra hernandina heredándola de su abuelo que tenía un ejemplar de la edición “matritense” lleno de notas marginales, nos dice que empleó en traducirlo más de veinte años, siendo ayudado en la labor por el eminente latinista Mariano Garduño que murió prematuramente antes de verla acabada.

Acompañando a la obra manuscrita hemos visto también dos tomos de dibujos a lápiz, efectuados por el dibujante Adolfo Tenorio, copia de las ilustraciones de la “edición romana”, y que tenían por objeto servir de láminas a la traducción de Altamirano cuando fuera impresa.

Indudablemente, este manuscrito y sus dibujos adicionales representan el antecedente más directo y la iniciación de la idea que más tarde plasmó en la edición traducida de Hernández que publicó el Instituto de Biología de México y que describimos en el n. 5.

También es obra relacionada con este trabajo de Altamirano un libro relativamente raro, que por sus características tipográficas parece editado en México, a principios del siglo actual con el siguiente título: ÍNDICE DE LOS NOMBRES MEXICANOS // DE LAS // PLANTAS DESCRITAS EN LA OBRA DEL DR. HERNÁNDEZ. No tiene portada, ni fecha, ni nombre del autor, ni pie de imprenta; su tamaño es 22 X 15 cms. y está formado por 256 págs. correlativas, ocupando 64 pliegos de dos hojas numeradas con signaturas correlativas del 1 al 64. A continuación del título copiado, que está en la pág. 1, se inicia la lista alfabética y numerada de nombres de plantas y la indicación del volumen y la pág. de la “edición matritense” en que la describe Hernández. Alcanzan los nombres, desde la A a la Z, el número de 4 043, y a continuación dice: “Fin”. El orden es el mismo que encontramos en los manuscritos de Altamirano, y parece ser que es obra del mismo autor, encaminada a facilitar a los investigadores mexicanos la consulta de la obra hernandina.

La paternidad de Altamirano sobre este Índice queda completamente definida en el artículo “Catálogo explicado…” a que nos hemos referido más arriba. Ahora bien, por lo que en dicho artículo se expresa, la porción publicada y que ha llegado a nosotros, no es más que la primera de las tres partes en que pensaba dividir la obra. La de datos de autor, fecha, título y lugar de impresión, también se explican, pues Altamirano indica en el artículo que con esta impresión trataba únicamente de hacer llegar a los especialistas un avance de su trabajo para recibir de ellos “las correcciones necesarias” y de este modo “la reimpresión que acompañará a la traducción de la obra de Hernández saldrá correcta”. Se trata por tanto de un avance fragmentario de los índices preparados para la traducción de Hernández que ya tenía escrita y pensaba publicar por entonces. Con estos datos es fácil suponer que la impresión fue llevada a cabo en la primera mitad del año 1895 ya que, según consta, el artículo fue leído y el libro presentado en la sesión científica del Instituto Médico Nacional de México 1° de noviembre de 1895.


tomo_I_175.jpg

Manuscrito de las Problemata seu erotemata philosophica


tomo_I_176.jpg

Páginas de la traducción de la Historia natural hecha por Altamirano






51 Esta diferencia entre el contenido de unos y otros volúmenes ya fue notada por el encuadernador del trabajo, pues mientras el tejuelo de los siete primeros tomos dice Historia natural, el tejuelo de los otros tres dice Plinio, Historia natural. Varios libros.

52 Enrique Álvarez López, “El Dr. Francisco Hernández y sus comentarios a Plinio”, en Revista de Indias (Madrid), año III, 8, 1942, pp. 251-290. El presente trabajo es la única publicación que conocemos referente a la traducción pliniana de Hernández. Su autor, sin llegar al agotamiento del tema, ha sabido dar una completa y documentada impresión de lo que es el manuscrito y lo que representa en la ciencia española del siglo XV.

53 En muchos de los comentarios al Plinio, Hernández intercala fechas y referencias que pueden situar el lugar y año en que escribía. Por ellas sabemos que lo empezó estando en Toledo, y la fecha más antigua consignada es la que aparece en el comentario al cap. 16 del lib. II (vol. I, fol. 106 r), cuando dice: desde “que Plinio escribió hasta el año presente del mil y quinientos y sesenta y siete”. Sin embargo, gran parte de los Primeros borradores, se puede afirmar con seguridad, son anteriores a esa fecha.

54 En casi todas las cartas de los últimos tiempos de Hernández, desde México, señala que tiene ya traducido el Plinio. En la del 10 de febrero de 1576 le dice al rey lo que tiene escrito, y añade “También los treinta y siete libros de Plinio acabados de traducir y comentar”. Lo repite casi con las mismas palabras en la del 24 de marzo del mismo año.

55 No es difícil averiguar sobre qué libros de Plinio basaba Hernández su traducción, pues con mucha frecuencia se refiere a ellos. Emplea un Códice toledano, citado profusamente. Utiliza versiones de Solino y de Marciano Capella, pues en el comentario al cap. 5 del libro III, folio 286 v, dice: “leo ansí y no... como tienen los más códices plinianos con autoridad de Solino y Marciano Capella”. Desde luego utiliza, y mucho, el Plinio editado en Salamanca en 1544 por Hernán Núñez, el Pinciano, pues lo cita prolijamente, casi siempre para estar en desacuerdo. Mas reconoce su gran autoridad, y una de las muchas veces que se refiere a él advierte que sus errores provienen de que utilizó para su traducción un códice toledano lleno de “mil depravaciones”, y añade se trata de varón “muy docto y de varia educación y de cuya diligencia no pocas veces me aprovecho en esta fatiga” (Plinio, lib. VIII, cap. XXX, vol. III, f. 202 v.).

También utiliza una versión de Gelenio, pues en el comentario al lib. VII, cap. 3 (vol. III, fol. 29 v), escribe: “Sigo en esta parte la letra del códice que traslado ques el que anda con las castigaciones de Segismundo Gellenio.” Utiliza asimismo la traducción greco-latina que hiciera en el siglo XV Teodoro Gaza, pues lo expresa en el comentario al cap. 33 del libro VIII (vol. III, fol. 212 r), y aún cita otros muchos autores que han comentado a Plinio, como Francisco Massario, Budeo, Erasmo, a muchos de los cuales refuta; así como las versiones de Landino, al italiano, y la de Ludovico Domenico, a las que tacha de confusas y erróneas. También hace alusiones frecuentes a unos Códices vetustos o Códices antiguos de Hespana, manuscritos plinianos que no podemos identificar de momento.

56 En varias de las cartas escritas por Hernández a España desde México, afirma que ya tiene los treinta y siete libros de Plinio acabados de traducir y comentar”. Lo cual no tenía interés en afirmar, a no ser cierto. Nosotros hemos pensado que probablemente el resto de la traducción hernandina de Plinio es el manuscrito conservado en la biblioteca de Juan de Herrera, que aparece descrito por el doctor Arias de Loyola en el inventario elaborado a su muerte (ver nota 59) con el siguiente título: De los libros de Plinio de la historia natural, desde libro veynte y seys hasta treinta y siete. La correspondencia entre los libros que faltan en el manuscrito de Hernández conocido con los hallados allí, y la estrecha amistad entre Herrera y Hernández nos hacen pensar así, sin que tengamos ningún dato documental positivo para afirmarlo.

57 Nicolás Antonio, Bibliotheca Hispana Nova... (Madrid, 1783, tomo I, p. 432). Por la misma descripción de Nicolás Antonio parece desprenderse que el conde de Villaumbrosa tenía solamente un tomo de los Primeros borradores, precisamente el que hoy figura con el n. 10 en la colección completa.

58 M. Colmeiro, La botánica y los botánicos..., p. 155.

59 Historia natural de Cayo Plinio Segundo, traducida por el licenciado Gerónimo de la Huerta, médico y familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Y ampliada por el mismo con escolios y anotaciones en que aclara lo obscuro y dudoso y añade lo no sabido hasta estos tiempos. Dedicada al católico rey de la España y Indias, don Felipe IV nuestro señor. El primer tomo de esta obra apareció en 1624, y el último en 1629. Sin embargo, su autor publicó con anterioridad varios fragmentos; en 1599 la parte de animales, y en 1603 el libro sobre los peces.

60 Cuando en 1942 E. Álvarez López publicó su trabajo “El Dr. Francisco Hernández y sus comentarios a Plinio” (loc. cit.), en la p. 265, escribe: “el espíritu de Aristóteles matiza la obra de Hernández, a pesar de lo cual nos parece dudoso que sea suyo el compendio de los Físicos y del tratado de Ánima del estagirita que se le atribuye”. Como nosotros estábamos convencidos de su autenticidad, quisimos conocer las razones que tenía Álvarez López para esta afirmación y le escribimos con tal objeto; en carta particular nos contestó: “mis dudas acerca de la paternidad de Hernández sobre los mss. aristotélicos de la Bibl. de Madrid se fundan sólo en las diferencias profundas de estilo que hallo con su Plinio, aunque no pasan de presunciones”. En la obra general sobre Hernández discutimos las múltiples razones que tenemos para afirmar su autenticidad.

61 Gallardo, Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos. En el tomo II, p. 73 del apéndice titulado “Índice de manuscritos de la Biblioteca Nacional”, se lee: Hernández (Francisco), médico de Toledo. Compendio de los cinco libros de la Moral de Aristóteles. Compendio del libro De ánima. Compendio de los Físicos 4° (S 181). Es casi seguro que estos trabajos no aparecen entre las obras de Hernández conocidas de antiguo, por haber estado en la biblioteca particular del arquitecto Juan de Herrera, como sabemos gran amigo de Hernández e incluso su albacea en el testamento de 1578. En el inventario de los bienes de Herrera, que hacen al morir sus testamentarios Antonio Voto, guardajoyas de su majestad, y Guillermo Bodeman, considerándose incompetentes, encargan la relación de libros e instrumentos científicos al doctor Juan Arias de Loyola, muy versado en geometría. La relación se conserva en el Archivo de Protocolos de Madrid, entre los papeles del notario Francisco Montoya, bajo la fecha 1597. Ha sido publicada, junto con otros importantes documentos e inventarios sobre el arquitecto, por Agustín Ruiz de Arcaute, en su libro Juan de Herrera (Madrid, Espasa Calpe, 1936). Asombra lo copioso de la biblioteca, con más de cuatrocientos volúmenes impresos y abundantes manuscritos, así como instrumentos astronómicos, geométricos y de navegación en cantidad crecida; índice del extraordinario interés científico de su poseedor. Para nuestro objeto son de especial importancia dos citas de dicha relación o inventario. Una dice: Compendio de philosophia moral de las éticas de Nicómoco, en castellano, por el doctor Franco Sánchez, manoescripto, y la otra: Compendio de philosophía moral del dotor Franco Sánchez, que es el mismo que el de arriba manoescripto. El título corresponde exactamente con el manuscrito hernandino, y con seguridad lo del doctor Francisco Sánchez corresponde a un error del escribano, que confundió ‘Hernández’ por ‘Sánchez’, teniendo en cuenta que en esa época no tenemos noticia de ningún doctor Francisco Sánchez dedicado a estudios aristotélicos y relacionado con Herrera. Además, esto se escribía diez años después de muerto Hernández y atando su nombre ya no sonaba en el ambiente cortesano. Desconocemos el destino seguido por la biblioteca de Herrera hasta hoy, pero es muy probable que la ignorancia de estos manuscritos en los primeros tiempos se debiera a su conservación en dicha biblioteca.

62 Enrique Rioja, en repetidas ocasiones, conferencias, artículos históricos y en conversaciones particulares, ha sostenido una tesis según la cual el fondo real del viaje de Hernández debemos buscarlo en un conflicto de tipo religioso o político. Nosotros no tenemos base documental para poder afirmar, ni negar, esta idea. Sin embargo, dadas las características conocidas del carácter, educación y amistades de Hernández, no parece muy descaminada la tesis de Rioja, quien supone a Hernández con puesto preponderante en la corte, estimado por el rey y al mismo tiempo malquisto por algunos sectores confesionales a causa de lo avanzado de sus conocimientos y de sus relaciones con personas que, en muchos casos, como en el de Arias Montano, a quien llama hermano dilecto, y en el de Vesalio, extranjero liberal, rayaban en los límites de la heterodoxia.

63 En el trabajo de Nicolás León ¿Qué era el matlazáhuatl y qué el cocoliztli en los tiempos precortesianos y en la época hispana? (México, 1919), en la p. 6, después de hablar de este trabajo de Hernández, dice: ‘’desgraciadamente el manuscrito de sus obras pereció en el incendio del Escorial del año de 1671 y quizá no quedó copia alguna de este escrito”. Consideramos inexplicable la afirmación de León, ya que conocía perfectamente que Gómez Ortega había visto este manuscrito en 1790. Cuando edita la obra de Hernández que hemos descrito en el n. 14 y escribe el prólogo, el mismo León reseña este trabajo hernandino entre los que quedaron inéditos al no publicarse el resto de los tomos de la edición de Gómez Ortega. Es incongruente, por lo tanto, que lo considere quemado en El Escorial, un siglo antes.

64 G. Somolinos d’Ardois, “Hallazgo del manuscrito sobre el cocoliztli, original del Dr. Francisco Hernández”. La Prensa Médica Mexicana (México), XXI, 7-10, 1956, p. 115-122.

65 Agustín Jesús Barreiro, “los trabajos inéditos del Dr. Francisco Hernández sobre la gea y la fauna mejicanas”, en Asociación Española para el Progreso de las Ciencias (Madrid), S. f., págs. 1 6 1- 175. (Suponemos que el original que poseemos es un sobretiro de esa revista, en el que no se indica ni el volumen ni el año de impresión.)

66 Colmeiro, La botánica y los botánicos…, p. 3.

67 Ibid., p. 155.

TOMO I. VIDA Y OBRA DE OBRA DE FRANCISCO HERNÁNDEZ