I

ORIGINALES DE FRANCISCO HERNÁNDEZ EDITADOS


Probablemente una de las características más sobresalientes de la obra hernandina ha sido su fracaso editorial, que impidió al autor ver impresa una sola página de sus trabajos. En otra ocasión nos ocupamos ya de este problema, por lo que no es necesario insistir nuevamente.5

Pero sí es preciso advertir que al ocuparnos de originales de Hernández editados, consideramos como tales aquellos que lo han sido íntegramente, sin arreglos o cortes de otros autores, ya que estos ocupan el apartado II. No tenemos en cuenta si la publicación fue exclusiva para la obra hernandina o si fue hecha en conjunto con otras obras o incluida en la obra de otro autor. La única condición que nos hemos impuesto es que en la publicación se indique el nombre del autor y aparezca publicado sin mutilaciones ni arreglos el manuscrito de Hernández.

Pasemos, pues, a describir las pocas obras de Francisco Hernández que han llegado a las prensas.


1. De partibus septuaginta ocío maximi templi Mexicani, fartis, effuso san guiñe, aliis ministeriis, generibus officiorum, votis, iure turando, hymnis, ac fæminis quæ tempio inserviebant. Liber vnus

Escrito de Hernández insertado en las páginas 142-150 de la obra:

IOANNIS EVSEBIINIEREMBERGII // MADRITENSIS EX SOCIETATE IESV// IN ACADEMIA REGIA MADRITENSI // PHYSIOLOGIÆ PROFESSORIS // HISTORIA // NATVRÆ, // MAXIMÆ PEREGRINÆ, // LIBRIS XV. DISTINCTA. // In quibus rarissima Natura arcana, etiam astronomica, & Il ignota Indiarum ammalia, quadrupedes, aues, pisces, // reptilia, insecta, zoophyta, planta, metalla, lapides, & / / alia mineralia, fluuiorumque & elementorum condi- // tiones, etiam cum propietatibus medicinalibus, descri- // buntur; novæ & curiosissima quastiones disputantur, ac // plura sacræ Scripturæ loca erudite enodantur. / / Accedunt de miris & miraculo sis Naturis in Europâ Libri duo: // item de iisdem in Terrâ Hebræis promissâ Liber vnus. // (Grabado con el lema LABORE ET CONSTANTI A) // ANTVERPIÆ, // EX OFFICINA PLANTINIANA // BALTHASARIS MORETI. // M. DC. XXXV.

En folio, IV, 502, lii pp.

Este pequeño trabajo de Hernández es la primera de sus obras que se imprime completa; como vemos, lo incluye el padre Nieremberg en su famoso libro Historia naturæ maximæ peregrinæ indicando la procedencia hernandina y sin modificarlo en lo más mínimo con excepción del título; nosotros transcribimos el del manuscrito original que figuraba en el grupo de los trabajos conservados en el convento de los jesuitas de Madrid, donde con seguridad lo consultó y copió Nieremberg, un siglo antes de que lo encontrara Juan Bautista Muñoz. Más tarde pasó a formar parte de los tomos que nunca llegó a publicar Gómez Ortega y, junto con el resto de originales inéditos, desapareció por espacio de siglo y medio, hasta que hace poco fue nuevamente descubierto en la Biblioteca del Ministerio de Hacienda, en Madrid. Cotejada la impresión de Nieremberg con los manuscritos originales, se comprueba que el trabajo está reproducido íntegro. No existen arriba de media docena de variaciones, todas de palabras, ninguna de fondo y en su totalidad encaminadas a mejorar la redacción latina de Hernández que, como es sabido, no era muy clásica — a tal punto, que el padre Nieremberg en este mismo libro se queja ocasionalmente del latín “humilis” que escribe nuestro médico.

Nieremberg corta el manuscrito de Hernández, formado por una sola pieza de diez y seis folios, en seis capítulos, a los que pone títulos indicando el tema tratado en cada uno. Esto dio lugar a que García Icazbalceta, quien naturalmente no pudo tener noticia de los manuscritos de Hernández, ignorados en su tiempo, afirme en su estudio sobre los médicos de México en el siglo XV que Hernández escribió seis tratados distintos, cuyos títulos son los mismos de los capítulos del libro de Nieremberg.6 Según Nicolás Antonio,7 Antonio León alaba este trabajo en su Biblioteca Índica.

Recientemente el Dr. León-Portilla en documentado libro dedicado al estudio de la cultura náhuatl, descubrió que el texto de Hernández era “la traducción latina, no muy cuidadosa, de parte del material que Sahagún incluyó en el libro II de su Historia como apéndice II”. Más adelante se refiere a Nieremberg, que “copió la versión íntegra de Hernández sin sospechar que se debía en realidad a la pluma de Sahagún.”8


2. De pisce quem vulgus navigatium Septentrionale Oceanum romerico appellant

Trabajo de Hernández incluido, como el anterior, en la obra del padre Nieremberg, descrita en el n. 1, en las págs. 251-252. Nieremberg modifica el título original de Hernández, que copiamos arriba, y lo reduce únicamente a De pisce romerreo.

Es una corta descripción del pez romero, que probablemente Hernández escribe durante su viaje a América, y que no tuvo cabida en los libros de la Historia natural americana por no poder considerarse como ejemplar de origen americano. El original, manuscrito también, formaba parte de los trabajos que quedaron inéditos y perdidos al suspenderse la edición de Gómez Ortega y que recientemente han vuelto a ser descubiertos. Cotejado el original con lo inserto por Nieremberg, son absolutamente iguales.


3. De pisce tiburone

Trabajo hernandino incluido íntegro en la pág. 252 de la obra del padre Nieremberg, reseñada en el n. 1, bajo el título De tiburone.

Todo lo dicho anteriormente para la descripción del pez romero puede repetirse en este otro caso. El padre Nieremberg lo recoge y lo incluye íntegro sin modificar ni una letra, según se comprueba al cotejar el impreso con el manuscrito original recién descubierto.

Aunque en la obra de Nieremberg existen otras muchas descripciones de plantas y animales tomadas íntegramente de Francisco Hernández, no las reseñamos aquí pues son fragmentos del libro de la Historia natural de Nueva España y por tanto deberán ser estudiados en el apartado II. En cambio, los descritos anteriormente son trabajos independientes, escritos por su autor con fines distintos a la composición de la Historia natural americana e incluidos en el tomo de opúsculos y trabajos varios.


4. FRANCISCI HERNANDI, // MEDICI ATQUE HISTORICI // PHILIPPI II. HISP. ET INDIAR. REGIS, // ET TOTIUS NOVIORBIS ARCHIATRI, // OPERA, // CUM EDITA, TUM INEDITA, // AD AUTOGRAPHI FIDEM ET INTEGRITATEM EXPRESSA, // IMPENSA ET JUSSU REGIO. // (Filete) // VOLUMEN PRIMUM // (Filete) // (Escudo del impresor) // MATRITL // EX TYPOGRAPHIA IBARRÆ HEREDUM. // ANNO M.DCC.LXXXX.

En 4°- XVII, 3 hojas s. n., 452 pp, 1 hoja s. n. - Signs.: a4-c4-d1, A4-Z4, AA4-ZZ4, AAA4-III4-KKK6.

Portada-V. en bl. - Casimiri Gomezii Ortegae,Ad lectorem præfatio. - Poema. - Texto. - Erratas. - Pág. en blanco.

Tomo II.—Portada igual a la descrita, sin más variación que el número del volumen. En 4°. - 562 pp., 1 hoja s. n. - Signs.: A4-Z4, AA4-ZZ4, AAA4-ZZZ4, AAAA4-BBBB2. Portada. -V. en blanco. -Texto. - Erratas.- Pág. en blanco.

Tomo III.—Portada igual a la descrita, sin más variación que el número del volumen. En 4° - 571 pp., 1 p. s. n. - Signs.: A4-Z4, AA4-ZZ4, AAA4-ZZZ4, AAAA4-BBBB4- CCCC3. Portada. - V. en blanco. - Texto.- Índices - Erratas.

Indudablemente de todas las obras editadas de Hernández ésta es la más personal, aunque no la más trascendente en la historia. Su edición es consecuencia de la aparición, en la Biblioteca del Colegio Imperial de Madrid, que había pertenecido a la Compañía de Jesús, de una copia original de Hernández encontrada por el cosmógrafo de Indias Juan Bautista Muñoz mientras recopilaba materiales para su Historia del Nuevo Mundo, y de cuya existencia ya daba noticia el “Epítome” de Pinelo.9 La historia posterior de esta edición es muy conocida. Casimiro Gómez Ortega tuvo buen cuidado de consignarla en el prólogo y de entonces a hoy ha sido ampliamente reproducida.10 Debemos añadir, sin embargo, que la edición quedó truncada; de los cinco tomos previstos únicamente tres vieron la luz y los otros dos volvieron a dormir en manuscrito bajo el polvo de los archivos. Para el investigador interesado en el Hernández humano, esta obra es un filón inacabable de datos psicológicos y personales del autor, mezclados involuntariamente al tema botánico que ocupa toda la obra. Para el naturalista es la única descripción de la flora mexicana tal y como la sintió el autor, sin alteraciones ni recortes, expresada en lenguaje llano y personal.

Se conservan todavía algunos fragmentos de los manuscritos originales de esta obra en la Biblioteca del Ministerio de Hacienda, en Madrid, que también son reseñados por Tudela.11 Son restos parciales de los libros quinto, séptimo, octavo, noveno, décimo y undécimo, de los que sólo se conservan algunos capítulos llenos de tachaduras y enmiendas. Probablemente corresponden a un primer borrador de la obra corregido antes de ser copiado en limpio, pues en el manuscrito existen unos “Appendix libri septimi” y “Appendix libri octavi”, que no existen en la edición pero cuyos capítulos, sin embargo, sí están incluidos en el texto impreso.

Entre los especialistas, esta obra se conoce habitualmente con el sobrenombre abreviado de “edición matritense”, para distinguirla de la que estudiamos en el n. 14, que se designa como “edición romana” (algunos también a esta última la llaman el “tesoro”), ambas son las dos obras que fundamentalmente han servido para perpetuar y dar a conocer el nombre de Hernández.

Desgraciadamente esta obra no está ilustrada, pues las láminas debían formar parte de los tomos que quedaron inéditos, pero así y todo es necesario reconocer que esta edición tuvo una importancia trascendental como estímulo para el estudio sistemático y científico de la naturaleza americana. Empresa que a partir del último tercio del siglo XVII se inició en diversos lugares de América, mediante expediciones y exploraciones dirigidas y orientadas desde el Jardín Botánico de Madrid por el propio

Casimiro Gómez Ortega, a las que ya nos hemos referido en los capítulos VIII y siguientes de este volumen.

En la “John Carter Brown Library”, de Estados Unidos, se conserva el expediente y la correspondencia cruzada en el siglo XVII entre los que intervinieron en la edición, además del contrato celebrado entre los impresores y los representantes reales, y las relaciones de liquidaciones y costos. Como ya en el texto nos hemos ocupado extensamente de todo ello remitimos allí al lector interesado.


5. HISTORIA // DE LAS // PLANTAS DE NUEVA ESPAÑA // POR // FRANCISCO HERNANDEZ // Médico e Historiador de Su Majestad // don Felipe II, Rey de España y de las Indias, / / y Protomédico de todo el Nuevo Mundo // Publicada por el Instituto de Biología de la Universidad // Nacional Autónoma de México, // y bajo la Dirección del Dr. Isaac Ochoterena, // Director del mismo Instituto // Tomo I // (Libros 1° y 2°) // IMPRENTA UNIVERSITARIA // MEXICO, 1942.

23 por 17 cms. xxpp., 1 hoja s. n. + 318 pp., 1 hoja s. n. - Sin signaturas ni números de pliego. - Portada. - V. en blanco. - Advertencia preliminar. - Prólogo de don Casimiro Gómez Ortega. - Texto ilustrado. - Índices. - Colofón. El texto del colofón es como sigue: En la Imprenta Universitaria, // bajo la dirección de Francisco // Monterde, quedó terminada la // impresión de este libro, el día // 7 de septiembre de 1942. Las // ilustraciones reproducen los // grabados originales de la obra.

Tomo II. - Portada igual a la descrita, sin más variación que el número del volumen, los libros, que son 3° y 4°, y la fecha, que es 1943. Igual tamaño. - Págs. Numeradas del 325 al 691, 1 hoja s. n.

Portada. - V. en blanco. - Texto ilustrado. - Índices. - Colofón. En el colofón, igual al del primer tomo, sólo varía la fecha, que es 21 de enero de 1944.

Tomo III. - Portada igual a las anteriores, variando únicamente el número del volumen, los libros, que son 5°, 6° y 7°, y la fecha, que es 1946. Igual tamaño. Págs. numeradas desde la 699 a la 1104,2 hojas s. n. Portada. - V. en blanco. - Texto ilustrado con una advertencia inicial de que a partir de este volumen interviene en la elaboración de la obra el Dr. Faustino Miranda. - Índices. - Colofón. - El texto del colofón igual a los anteriores, pero variando la fecha, que ahora es 26 de junio de 1946.

Este libro es un loable esfuerzo del Instituto de Biología de México por perpetuar y difundir la obra de Hernández. Desgraciadamente no alcanzó en la práctica a cumplir los buenos propósitos de sus realizadores. La obra quedó a medio editar, y la parte publicada, interesantísima por muchos aspectos, adolece en cambio de incorrecciones tipográficas, defectos de planeamiento, desigualdad en la exposición e interpretación e incluso omisiones de datos críticos e informativos que la hacen desmerecer y que ya han sido señalados por algún autor.12 El grupo que llevó a cabo la traducción, comentarios y edición de la obra fue desmembrado involuntariamente por los azares de la vida, y será muy difícil que dicha obra pueda ser continuada.

Uno de sus mayores defectos consiste en haber omitido un prólogo de explicación del carácter de la obra, situándolo en el tiempo y ambiente actual. También fue un error eliminar el poema dirigido por Hernández a Arias Montano (n. 6); y aunque la obra se considera labor conjunta de los investigadores del Instituto de Biología, deberían haberse consignado algunos datos sobre los investigadores que formaron el equipo encargado de editar la obra, los cuales aparecen confundidos en la nota previa y en la noticia de la publicación13 con autores ya fallecidos y que no intervinieron en la redacción del trabajo. Para hacerles justicia, debemos recordar aquí que, bajo la dirección de Isaac Ochoterena (que no intervino en la labor), José Rojo hizo la traducción total de la obra (la parte no publicada se conservaba ya traducida y copiada a máquina en la Biblioteca del Instituto de Biología de México y se utilizó para la presente edición de Obras completas después de revisada) y José Dávila Garibi estableció las etimologías indígenas de los nombres botánicos. A continuación, María Agustina Batalla, Dévora Ramírez Cantó e Irene Rivera Morales tomaron sobre sí la tarea de identificar las descripciones botánicas de Hernández, trasladándolas a la nomenclatura moderna. Para ello, aparte de sus propios datos de investigación, utilizaron los trabajos anteriores ejecutados en igual sentido por el grupo de naturalistas del siglo pasado, labor en la que descollaron Urbina, Altamirano, Ramírez, etc. A partir del tercer tomo, último publicado, se unió al grupo de las tres señoritas citadas Faustino Miranda, quien, con su larga experiencia botánica, hizo mejorar extraordinariamente la calidad de este tomo. Desgraciadamente, el grupo de trabajadores se dispersó a poco de publicado el tercer tomo. Miranda se marchó a Chiapas a emprender los estudios que le llevaron a escribir un tratado de la flora de aquella región y a dirigir un jardín botánico. María A. Batalla contrajo matrimonio y abandonó las tareas de investigación, e Irene Rivera falleció inopinadamente. Con estos contratiempos se interrumpieron los trabajos de modo indefinido, y aunque en diversas ocasiones se habló de la necesidad de proseguirlos, no se hizo nada práctico.

Aparte de los errores citados más arriba, que son de mal planeamiento, tenemos que lamentar descuidos tipográficos, como el de numerar las páginas correlativamente en los tres tomos, intercalando en la paginación índices parciales; y la nota del colofón, donde se dice que “las ilustraciones reproducen los grabados originales de la obra”, sin tener en cuenta que el original latino traducido no estaba ilustrado. En cambio, no se advierte nunca al lector el verdadero origen de las numerosas ilustraciones, que están tomadas de la edición efectuada en Roma por la Accademia dei Lincei que describimos en el n. 16. También confunde la falta de diferenciación tipográfica entre el verdadero texto de Hernández y los comentarios y anotaciones de los traductores, etimologistas y comentaristas, ya que todo aparece en un mismo tipo de letra y sin separación aparente. De tal modo, el lector poco versado en el conocimiento de Hernández confunde fácilmente el texto primitivo con el de los comentarios recientes.

El libro, aun con sus defectos y errores, fue útilísimo y sirvió para divulgar la botánica hernandina en el medio intelectual, haciendo retornar el interés por la figura de Hernández y por sus estudios. Varios trabajos farmacológicos e históricos de los últimos años tuvieron origen en la lectura de las páginas de Hernández traducidas y asequibles, desde entonces, a todos los interesados en la historia botánica y en la farmacología mexicana.14


6. FRANCISCI HERNANDI // AD ARIAM MONTANUM, // VIRUM PRÆCLARISSIMUM ATQUE DOCTISSINUM, // CARMEN

Incluido en la obra descrita en el número 4 de esta bibliografía, después del prefacio de Gómez Ortega y antes del texto de la Historia plantarum. Signs. c3-4-d1.

Este poema en hexámetros latinos es el grito de angustia y desesperanza de Hernández al verse abandonado por la corte, a su regreso. Constituye una llamada de auxilio en busca de protección, lanzada indudablemente después de su vuelta a España, cuando choca con la envidia, la murmuración y la indiferencia de la corte española. Aparte de su belleza descriptiva y literaria es un valioso documento biográfico del autor, quien relata en él sus penalidades por las selvas de América. Fue encontrado por Muñoz entre los legajos de originales hernandinos aparecidos en la Biblioteca del Colegio Imperial de Madrid y entregado a Gómez Ortega con los demás originales. Formaba parte, según Gómez Ortega, del tomo quinto de los encontrados, donde se habían reunido todos los trabajos filosóficos, religiosos y varios del autor. Pero considerando su belleza y su valor biográfico, Gómez Ortega, al planear la edición, resolvió ponerlo al principio de la Historia plantarum Novæ Hispaniæ por considerar que era “quam si Hernandum ipsum in ea de suis operibus veluti praefantem induceremus”. Fue esta una feliz iniciativa; gracias a ella, la preciosa pieza hernandina no se perdió junto con los demás trabajos que han dormido un sueño de siglo y medio en el anaquel de un archivo olvidado.

El original manuscrito de este poema tiene algunas variaciones con lo impreso, que no alteran ni modifican la belleza del verso ni lo valioso de su contenido documental. Como único trabajo en que Hernández mira hacia sí mismo para darnos a conocer las penalidades y contratiempos sufridos durante la exploración americana, es un documento valiosísimo, de donde pueden obtenerse numerosos datos directos para el conocimiento del autor. Como ya explicamos en el texto de la biografía, suponemos que este poema fue escrito hacia 1580 como protesta contra los enemigos y contra el propio rey que le ponía un revisador a sus trabajos. Desgraciadamente el criterio de los traductores de la Historia plantarum Novæ Híspaniæ, cuando se llevó a cabo la edición traducida que reseñamos con el n. 5, fue opuesto al de Gómez Ortega, y retiraron de la edición la traducción del poema que había efectuado José Rojo con gran fidelidad.

Este mismo poema fue publicado íntegro, tomándolo de la “edición matritense” de Gómez Ortega, por Hernández Morejón, en su Historia bibliográfica de la medicina española (Madrid, 1843).


7. DE ANTIQUITATIBUS // NOVAÆ HISPANIÆ // AUTHORE FRANCISCO HERNANDO // MEDICO ET HISTORICO PHILIPPI II // ET INDIARUM OMNIUM MEDICO PRIMARIO // (Filete) // CODICE DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA // EN MADRID // EDICION FACSIMILAR // (Un grabado que representa el Calendario Azteca) // MEXICO // (Filete) // TALLERES GRAFICOS DEL MUSEO NACIONAL DE ARQUEOLOGIA // HISTORIA Y ETNOGRAFIA // 1926

40 por 28 cm. - 169 folios (faltan los núms. 87 a 88, 131 a 137 y 164 a 167) s. signs.

Portada. - A la vuelta: “De las publicaciones hechas a expensas del gobierno mexicano por D. Francisco del Paso y Troncoso.” - Una lámina con la reproducción de la encuadernación del manuscrito. - Folio 1 r. De antiquitatibus Novæ Hispaniæ, libri tres, authore Francisco Hernando médico et histórico Philippi secundi et Indiarum omnium medico primario. Prohemium ad Philippum secundum... - Texto de las Antigüedades. - Folio 138 r. Texto De expugnatione (ver n. 8); folio 169 v. en blanco.


8. De Expugnatione Novæ Hispanicæ líber unus, // Francisco Hernando medico et histórico Philippi secun- // di regis hispaniarum et indiarum et totius novi // orbis medico primario authore.

Trabajo de Hernández publicado en la obra descrita en el n. 7, en edición facsímile del manuscrito original, que ocupa los folios 138 r. a 169 r.

Los originales manuscritos de los dos trabajos anteriores se conservan en la Biblioteca de la Academia de la Historia de Madrid y su publicación es consecuencia de la misión europea encomendada por el gobierno mexicano a Francisco del Paso y Troncoso, quien, al descubrir en dicha biblioteca el manuscrito de Hernández, decidió publicarlo. Es un tomo impreso según la técnica de la fototipia, muy bello y de gran interés para los historiadores de la conquista. Se ha discutido mucho si los datos que inserta Hernández fueron obtenidos de primera fuente o tomados de las relaciones de otros autores anteriores; existen pruebas a favor y en contra, que discutiremos oportunamente. Esta obra no figuraba entre las descubiertas en el colegio de los jesuitas de Madrid durante el siglo XVII, y su conocimiento es relativamente moderno, aunque sea uno de los manuscritos de Hernández citado desde más antiguo. El propio autor lo señala entre las obras escritas en América e informa al rey y a don Juan de Ovando en varias de sus cartas de haberlo ya terminado.15 Porreño, al tratar de Hernández en su libro, también hace referencia a los escritos de Hernández que tratan de las costumbres, leyes y ritos de los indios,16 dato que a su vez inserta Sigüenza, con la ventaja de que asegura haber visto unas láminas sobre los “vestidos de los hombres y los hornatos de sus galas, y de sus fiestas, y la manera de sus corros y bayles y sacrificios, cosa que tiene sumo delyte y variedad en mirarse”,17 las cuales con seguridad correspondían a las ilustraciones de las Antigüedades, libro que se sabe estaba ilustrado, pues el propio Hernández lo dice en varias ocasiones.18 Este trabajo fue indudablemente escrito a instancias de don Juan de Ovando, pues en dos de las cartas escritas a este funcionario Hernández le dice haber acabado “las Antigüedades desta tierra que a contemplación de v.s. yllma. se ha scripto”.19

Casi todos los biógrafos de Hernández citan estos libros, algunos —como Colmeiro— situándolos ya en la Biblioteca de la Academia de la Historia y otros —como Gallardo—20 advirtiendo que fueron regalados a las cortes españolas por don Blas Hernández, inspector de la Milicia Nacional de Toledo, y que están bellamente empastados. (La fotografía de la encuadernación del manuscrito, realmente bellísima, aparece como lámina independiente al comienzo de la edición que comentamos.)

Inexplicablemente, Picatoste asegura en sus “Apuntes”21 que los manuscritos de las Antigüedades, y del Libro de la Conquista, junto con los Problemas y Questiones estoicas, forman un tomo magníficamente encuadernado de 233 folios. Como los datos de Picatoste están íntegramente tomados de Colmeiro y de Gallardo, la afirmación anterior debe ser considerada como un error de interpretación por la funesta costumbre de citar de segunda mano, sin comprobar la veracidad de lo que se escribe.

Como el manuscrito aparece reseñado por Colmeiro, cuya obra se premia y publica en 1858, y las cortes españolas constitucionales, a que con seguridad se refiere Gallardo, no se regularizaron hasta 1830, es de suponer que este manuscrito estuvo en manos de particulares (probablemente descendientes de Hernández) hasta el segundo tercio del siglo XIX, habiendo sido las cortes quienes ordenaron depositarlo en la academia.

Es curioso observar que García Icazbalceta, al ocuparse de los médicos de México del siglo XV, considera perdido este trabajo de Hernández, pues escribe: “carecemos todavía de los tres libros de las Antigüedades de Nueva España22 y sin embargo hacía ya mucho tiempo que el libro de Colmeiro estaba publicado.

Paso y Troncoso, que estudió detenidamente el manuscrito primitivo de esta obra de Hernández, conservó entre sus documentos unas fotografías de las marcas de agua del papel original en que escribía Hernández, cuyos calcos insertamos como curiosidad informativa.


9. DR. FRANCISCO HERNANDEZ // ANTIGÜEDADES // DE LA // NUEVA ESPAÑA // TRADUCCION DEL LATIN Y NOTAS POR // DON JOAQUIN GARCIA PIMENTEL // OBRA POSTUMA // (Escudo del impresor) // EDITORIAL PEDRO ROBREDO // 2a Calle de Justo Sierra No. 41 // México, D. F. // 1945

23 por 17 cm. - 364 pp., 2 hojas s.n. - 23 pliegos marcados: “Hernández 1 a 23”, de ocho hojas cada uno.

Portada. - A la v. reservación de derechos y una advertencia editorial sobre la fidelidad de la impresión. - Dedicatoria. - Al lector. - Cuadro de abreviaturas. - Texto. - En la pág. 190 se inicia el texto del Libro de la Conquista (ver n. 10). - Notas. - Índices. - Colofón indicando número de ejemplares impresos y fecha de la edición.


10. LIBRO DE LA CONQUISTA // DE LA NUEVA ESPAÑA

La traducción de este libro está incluida en el texto del volumen descrito con el n. 9 que ocupa las págs. 191 a 226 del tomo. Las notas e índices correspondientes a este trabajo quedan incluidas dentro de los índices y notas generales del volumen descrito.

Joaquín García Pimentel, en sus últimos momentos, recluido en Veracruz, donde buscaba la salud perdida, traduce en esta obra la edición facsímile del manuscrito de Hernández que Paso y Troncoso publicó en 1926 (ver núms. 7 y 8). Alejado el autor de sus libros y papeles, no pudo dar cima a la obra como él hubiera querido. Las notas están incompletas. En el prólogo nos dice haber preparado un estudio bibliográfico de Francisco Hernández, que no llegó a ser publicado, y para remate de desgracias el libro sale a la luz después de fallecido su autor.

Ya hemos dado, al hablar de la edición facsímile, los datos referentes al origen de esta obra de Hernández y el gran interés que presenta para el estudio de la figura hernandina. Traducida y anotada muy acertadamente por Pimentel, aumenta su interés e importancia. Sobre ella, lo más discutido por los autores son las fuentes utilizadas por Hernández para la redacción de su trabajo. Para muchos autores es seguro que utilizó los escritos de Sahagún, Gomara, Motolinía y Hernán Cortés. Sin embargo, no es completamente aceptable esta afirmación. Por ejemplo, con referencia a Sahagún, la época en que Hernández escribe sus Antigüedades y el Libro de la Conquista es precisamente el momento en que el capítulo franciscano determina quitarle a Sahagún los escribanos que tenía a su servicio y desperdigar los originales por todos los conventos con el pretexto de que deberían ser conocidos y examinados por todos los religiosos. Esto ocurre en 1570; y hasta 1575 no consigue Sahagún recuperar sus escritos.23 Hernández tenía acabadas sus Antigüedades, como sabemos por el propio testimonio de sus cartas, a mediados de 1574; de tal modo que es posible que conociese los originales del franciscano durante sus viajes por los conventos de la Nueva España, donde, como nosotros mismos hemos demostrado,24 se alojaba en los monasterios, y tal vez, si tomó algo de esos manuscritos, fue con seguridad sin afán de plagio y solamente con el interés de mejorar la calidad de sus informaciones.

García Icazbalceta asegura que Hernández fue “quien más se aprovechó, no tan sólo de los escritos de Sahagún, sino hasta de las pinturas que las ornaban”.25 Sin embargo, con el tiempo modificó su criterio, pues en una carta escrita a Nicolás León años más tarde escribe: “Creo... que no está muy bueno lo que dije {de Hernández} acerca de sus robos a Sahagún.”26 E indudablemente estableció un nuevo criterio, pues su hijo, García Pimentel, mejor conocedor de Hernández, después de estudiar la obra y comentarla, dice: “Como se ve, el Dr. Hernández ha tomado algo de Sahagún, pero ni tomó todo, ni todo lo de Hernández es de Sahagún; por consiguiente bebió en otras fuentes.”27 Y nosotros suponemos que muchas de las semejanzas entre ambos se deben a la identidad de las fuentes vivas utilizadas, ya que con seguridad Hernández tuvo que acudir a los mismos ancianos indígenas, conocedores de los antiguos ritos, que informaban a Sahagún y a todos los demás cronistas sobre los mismos hechos y probablemente con las mismas palabras.


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Verdadera Medicina, cirugía y astrología de Juan de Barrios (1607)



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Carátula de los Quatro libros de la naturaleza de Francisco Ximénez, México, 1615







5 Germán Somolinos d’Ardois. “El fracaso editorial del Dr. Francisco Hernández”, en Cuadernos Americanos (México), LV, enero-febrero, 1951, pp. 163-179.

6 En el trabajo de García Icazbalceta, “Los medicos de México en el siglo XV”, trabajo que fue varias veces publicado por su autor y que incluye en la Bibliografía mexicana del siglo XV como apéndice a la descripción de la Opera medicinalia de Francisco Bravo (pp. 221-242 de la edición del Fondo de Cultura Económica, México, 1954), se lee que los títulos de los opúsculos de Hernández son: De septuaginta et octo partibus maximi templi mexicani, De cterimoniis mexicanorum. De effusione sanguinis superstitiosa, De variis superstitionibus, De ministris deorum, De votis, juramentis et nuptiis, que corresponden a los títulos que Nieremberg añade al manuscrito original de Hernández al imprimirlo en su libro, dividiéndolo en seis capítulos.

7 Nicolás Antonio, Biblioteca Hispana Nova, Madrid, 1783. Tomo I, p. 432.

8 Miguel León-Portilla, Ritos, sacerdotes y atavíos de los dioses (México, 1958), págs. 20, 40, 41, 42 y referencias en toda la extensión de la obra.

9 En el Epítome de la Biblioteca oriental, occidental, náutica y geográfica de Antonio de León Pinelo (Madrid, 1629; ed. facsimilar de Unión Panamericana, Washington, 1958) se puede leer, hablando de Hernández, en la pag. 128, que “los borradores se hallan en el Colegio de la Compañía de Jesús desta corte.” Y Nicolás León supone en el prólogo a los Quatro libros de la naturaleza... de Ximénez (n. 14), pág. XXIII y en la Bibliografía botánica mexicana (México, 1895), pág. 317, que Muñoz hizo el descubrimiento de los manuscritos guiado por esta noticia, lo cual a nosotros no nos parece verosímil

10 Sobre la trascendencia que tuvo para toda la ciencia de América, y en especial de México, el descubrimiento de este manuscrito de Hernández por Muñoz, véanse los capítulos VIII y siguientes de este volumen, así como el trabajo de Germán Somolinos d’Ardois, “Tras la huella de Francisco Hernández: La ciencia novohispana del siglo XVII”, en Historia Mexicana (México), IV, 2., 14, 1954, pp. 174-197.

11 Tudela de la Orden, op. cit., pp. 259-261.

12 Véase Efrén del Pozo, “Historia de las plantas de Nueva España por Francisco Hernández (reseña bibliográfica)”, en Boletín Bibliográfico de Antropología Americana (México), XI, 1949, pp. 239-245.

13 Para anunciar la publicación de esta obra, el Instituto de Biología editó un volante que reprodujo varias veces en las páginas de su revista Anales del Instituto de Biología, donde da cuenta de la publicación del libro y de las personas que lo llevaron a cabo. Sería interesante estudiar las noticias sobre ediciones de Hernández que han sido publicadas, algunas de ellas tan raras como la de la edición de 1790 que redactó Gómez Ortega y de la que no se conoce más que el ejemplar que reproducimos en nuestro trabajo “Tras la huella de Francisco Hernández...”, citado en la nota 10.

14 Recordando algunas de las más recientes publicaciones de las aludidas en el texto citaremos: Efrén del Pozo, “Estudios farmacológicos de algunas plantas usadas en la medicina azteca”, en Boletín Indigenista (México), VI, 1946, pp. 350-365; Rafael Méndez, “Farmacología de sustancias cardioactivas aisladas de plantas mexicanas”, en Memoria del Congreso Científico Mexicano (México), X, 1953, pp. 161-164; y los numerosos trabajos de Francisco Guerra aparecidos en las revistas Archivos del Instituto Nacional de Cardiología (México) y Prensa Médica Mexicana (México), dedicados a estudios farmacológicos de plantas mexicanas que fueron recogidas y descritas por Hernández. Finalmente y como demostración de la trascendencia que ha tenido el libro fuera de México, citaremos trabajos como el de Francisco Rodríguez Batllori, “Francisco Hernández, el español que descubrió el caucho”, aparecido en el diario ABC (Madrid), el día 6 de julio de 1954, donde recoge, para demostrar su tesis, los datos de la traducción de Hernández publicada por el Instituto de Biología de México.

15 La primera de las cartas de Hernández donde se refiere a las Antigüedades es la que se dirige a Ovando el 1° de septiembre de 1574; vuelve a decírselo en la del 1° de diciembre del mismo año. En las que dirige al rey en 10 de febrero y en 24 de marzo de 1576, también le comunica que tiene aderezado un libro de Antigüedades.

16 Baltasar Porreño, Dichos y hechos del rey D. Felipe II (Cuenca, 1628). Nosotros utilizamos la edición de 1942, hecha en Madrid, dirigida y anotada por González Palencia. En este libro al hablar de la liberalidad del rey, capítulo XII de la obra, relata las obras que llevó a cabo, y entre ellas la expedición de Hernández.

Describe los libros de éste y añade: “otro es de las costumbres, leyes y ritos de los indios y descripciones del sitio de las provincias, tierras y lugares de aquellas regiones y Nuevo Mundo repartiéndolo por sus climas”. Indudablemente Porreño se refiere a los libros de las Antigüedades y a la Corografía, que siempre son citadas por Hernández de manera conjunta, sobre todo en las últimas cartas al rey.

17 El padre José de Sigüenza, cuya relación y conocimiento con Hernández tienen extraordinario interés en otros aspectos, al describir la Biblioteca de El Escorial en su libro Historia de la orden de San Jerónimo (Madrid, 1600; libro IV, discurso XI, folio 778, columna primera), se extiende en detallar prolijamente los manuscritos de Hernández que entonces se custodiaban allí. Es el primero que habla de la célebre encuadernación de cuero azul labrada en oro con maneçuelas, cantoneras y bullones de plata muy gruesos y de excellente labor , que tanto se ha repetido más tarde y de quien toman los datos casi todos los biógrafos y comentaristas de Hernández hasta el siglo XVII.

18 Durante toda la lectura del texto hernandino de las Antigüedades se pueden encontrar referencias a los dibujos que ilustraban la obra, por ejemplo en el folio 40, líneas 24 y 25, y en el folio 74, línea 12. Esto no tiene nada de particular, pues todas las obras conocidas de Hernández fueron ilustradas, aunque desgraciadamente hoy estén perdidos todos los dibujos de ellas. En la carta dirigida al rey el 24 de marzo de 1576, donde se da cuenta del envío de sus obras, escribe: “que van mezcladas muchas figuras que se pintaban como se ofrecían, las cuales pertenecen y se han de pasar a la Historia y Antigüedades desta tierra.”

19 La frase copiada se repite casi literalmente en las dos cartas dirigidas a D. Juan de Ovando el 1° de septiembre y el 1° de diciembre de 1574.

20 Miguel Colmeiro, La botánica y los botánicos de la Península Hispano Lusitana (Madrid, 1858), p. 33. Bartolomé José Gallardo, Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos (Madrid, Imprenta y fundición de Manuel Tello, s. fecha). Obra premiada por la Biblioteca Nacional en justa pública del 5 de enero de 1862. Tomo III, columna 177. (Están numeradas las columnas a dos por página.)

21 Felipe Picatoste y Rodríguez, Apuntes para una biblioteca científica española del siglo XV (Madrid, 1891), p. 143.

22 Icazbalceta no pudo conocer el trabajo de Gallardo antes de publicar su artículo sobre los médicos del siglo XV, pues aunque Gallardo escribió su trabajo en 1862, no fue publicado hasta 1888, o sea dos años después de que Icazbalceta diera a la imprenta su Bibliografía, donde inserta el artículo citado.

23 Para todo lo referente a la evolución de los escritos de Sahagún, aconsejamos consultar el documentado libro de Luis Nicolau D’OIwer, Fray Bernardino de Sahagún (México, 1952), publicado en la colección “Historiadores de América”, que edita la Comisión de Historia del IPGH., el capítulo sobre Sahagún que intercala Icazbalceta en su Bibliografía mexicana del siglo XV, pp. 322-376, y el proemio general así como la introducción que escribiera Ángel María Garibay en la reciente edición de la Historia general de las cosas de Nueva España (México, 1956), que él ha dirigido y anotado.

24 Sobre el viaje y los itinerarios de Hernández por el interior de la Nueva España, consúltense: el capítulo V de este volumen y también Germán Somolinos d’Ardois, “El viaje del Dr. Francisco Hernández por la Nueva España”, en Anales del Instituto de Biología (México), XXII, 2, 1952, pp. 435-484.

25 Icazbalceta, Bibliografía mexicana del siglo XV, p. 351.

26 Cartas de Joaquín García Icazbalceta... Compiladas y anotadas por Felipe Teixidor (México, Porrúa, 1937). Carta a D. Nicolás León, del 21 de junio de 1888, p. 167.

27 En el libro que estamos comentando, la nota 356, de García Pimentel, en la p. 338, está íntegramente dedicada a demostrar cómo Hernández no copió a Sahagún o sólo tomó datos aislados, y termina con la frase que citamos.

TOMO I. VIDA Y OBRA DE OBRA DE FRANCISCO HERNÁNDEZ